19 may 2021

La cajita de música


Y todos me pedían. Y yo les ofrecí lo que sabía.
Todos arreglaron sus vidas, al menos los que estaban preparados para recibirlas, otros que ya estaban muertos, solo vivían si estaban en mi compañía, fecha de caducidad.

La primera vez que me encerraron, tenía  7 años, acababa de fallecer mi abuelo, mi ángel de la guarda, mi santo, mi protector, el único hombre que me demostró compasión, compañía y amor infinito.

Con 5 años ya había ganado un premio nacional de baile (cuando vivía en la selva), era la más pequeña del concurso, mi aya india, y vecina nuestra, la última de su tribu, casada con uno de allí, me enseñó todo lo que sabía, sus  dos hijas habían salido occidentales, así que  invirtió en mi, hija guanche canaria e íbera, dos raíces muy antiguas, aprendí muchas cosas precoloniales, apenas recuerdo nada, está en lo más profundo de mi alma. Aún así si que tengo una canción nativa de su idioma extinguido, en mi memoria, me sé todas las letras, menos una que es en español.

Así que mi brillo hacía sombras, y por eso me sacaban de la caja de muñecas para  venderme a lo Pinocho, para luego guardarme y pasar la gorra con la cantidad de dinero que sacaban.

Estuve así toda mi vida, ahí aprendí a pensar en la oscuridad, donde mi luz se hizo más grande.
Todo el mundo me pedía y yo se lo ofrecía, porque es lo que aprendí a hacer.
Levanté imperios grandes y pequeños, escribí guiones, canciones inmortlaes que nunca llevaron mi nombre, hice, radio, anuncios, me quitaban de películas míticas apenabas empezaba para poner a artistas de renombre con mi papel ya modificado y escrito, sané heridas, reparé corazones, eliminé traumas imposibles, devolví la Fe, equilibré desequilibrios, reubiqué fluidos internos que estaban desajustados, me metí en sectas para sacar a quienes me importaban, hice muñecos con mis manos que luego se hicieron famosos (la bola del mundo de Crónicas marcianas la hice yo co mis manos, otra de las miles de cosas que me robaron), y lo conseguí, y luego todos agradecidos se iban, y me volví a meter en mi  cajita.

Desde entonces siempre tuve 7 años desde que fui libre. Luego en verano me iba a la familia rica que  me enseñaban como una muñequita, tocaba el piano, cantaba, bailaba, y al terminar el verano, me volvían a meter en mi cajita.
Cuando ya iba a ser mayor de edad, mi familia sintió la amenaza de la codicia de la fortuna familiar, y mi abuela "murió" oportunamente, sabiendo que me había dejado el emporio familiar, antes de hacerlo, ella llamaba a su muñequita hasta que perdió la razón, hicieron pasar a una prima parecida, por mi, no sin antes firmar un papel en la cama del hospital, con mis tíos abogados del estado y notarios delante.
Me enteré en otro funeral de un familiar, muchos años después por la mujer de uno de los abogados, se acercó a mi, yo no la conocía, pero ella a mí si, era del pueblo de mi abuela, y me contó una parte que fui completando a través del tiempo. Nunca pude despedirme, ni ir al entierro de mi abuelo, mi abuela, mi tío o mi madre, sólo al de mi tía abuela (la hermana de mi ánegl protector, parecida a él) porque seguí a un familiar que sí que sabía donde iba a ser. Y me encontraron allí, en Málaga, y ya no podían hacer nada para evitarme.

Cuando eso pasó y todo desapareció, el primer vendido, mi padre que se llevó su miserable trozo, encima idiota, junto a todos los demás se llevaron lo que quería de mi abuela en Murcia, sus joyas, sus títulos, sus bienes, sus casas, sus cortijos, sus fincas, y luego se llevaron de mi casa en Madrid, lo que a mí me tocó pagar de las deudas de la cuenta de su hijo que no era de pagar mucho que no fuera para lo propio, sus acreedores se llevaron todo, los pianos, los cien mil instrumentos míticos muchos de ellos firmados por sus autores cuando estuvieron invitados en nuestra casa, la colección de objetos antiguos (la colección de cámaras, las películas antiguas con sus latas, la colección de pipas, bolígrafos y plumas, los relojes de oro, la colección de arte, los cien mil instrumentos, la biblioteca, la sala de grabación de música, el teatro, hasta el cuarto de fotografía... toda la fortuna de años de caprichos caros que se compraron con mi trabajo, que no pude disfrutar nunca, todo sea dicho de paso, miento, una vez mi padre después de  una gira mítica, me regaló una caja amarilla de dos alturas, de colores, mis carísimos regalos también los tenían escondidos, no sea que me acostumbrara a ellos).

En el fondo se terminaron las cosas, porque la gente tiene cosas, pero las cosas retienen también a la gente. Pero me tocó encargarme de la gente, ahí fue mis pocos años de nueva liberación condicionada, pero libre. Ahí después del expolio tenía 18 años, me tocó mantener a las niñas, trabajar, estudiar en la universidad con una beca, y por las noches descubrir en profundidad la ciudad de Madrid cuando estaba en plena efervescencia. Gracias a mis años de encierro y hurtos a escondidas, tenía todas las colecciones de música en mi memoria, el jazz, los años 20, 30, 40, 50, 60, 70... y lo demás de los 80's y 90's que aún sonaban en la radio. 
Aprendí a relacionarme con la gente, aunque al principio fue difícil hablar castellano actual, porque aunque leía toda clase de literatura, pero sobre todo  tantos libros del siglo XVII, el siglo de oro español de las letras, que yo hablaba igual.

Un día un famoso americano llegó a la ciudad, quería conocer la cuna del flamenco de raíz, así que todos los palmeros y pelotas lo llevaron a los sitios típicos, para sacarle la pasta y hacer negocio.

Fue unos meses después que una amiga y yo alojáramos a unos cubanos hambrientos tocando en un antro de mala muerte para poder sobrevivir ésa noche, eran excepcionales, me di cuenta enseguida, venían de una gira europea con Tito Puente y Celia Cruz, y por disidencia, o porque perdieron los pasaportes,  se quedaron en tierra, les ayudamos.
Cómo decir que yo ya era conocida en la ciudad, todos querían engancharnos por motivos de papeleo, a mi amiga de mi edad, porque tenía estabilidad económica, y a mí porque era el alma de la ciudad y un bellezón con un espíritu de fuego, todo lo que tocaba y pasaba mi filtro de calidad, lo hacía brillar.

Cada vez que íbamos a un sitio o una inauguración o presentación de disco, se llenaba seguro, así que teníamos entrada VIp gratuita por toda la ciudad. Como me gustaba adentrame en todo desconocido por curiosidad infinita, y después de tantos años habiendo soportado delirium temrnes, borracheras y drogadicciones de todo el ambiente cultural internacional que pasaba por mi casa, sabía exactamente lo que era eso desde que era niña, de mi madre aprendí que había que tener suficiente personalidad para manejar las cosas y no que las cosas te manejaran a ti . Todo el mundo quería casarse conmigo, pero llevaba toda la vida encerrada así que lo último que quería era encerrarme otra vez, lo probé todo por curiosidad antropológica, pero nunca me enganché a nada, era demasiado feliz, demasiadas ganas de vivir, la vida que me habían robado, para hundirme en la mierda.

Así que tenía docenas de enamorados, pero no había nada que hacer conmigo, permitía que la luz les llegara a través de mi, pero nunca que me dejaran atrapada dentro de ellos, y mira que me hicieron todos los trucos posibles y por haber.

Un día, los cubanos, y resto de mundo americano que llegó después, empezaron a taparme gente que no querían que yo conociera, querían ser los únicos que tenían trato directo, de hecho uno estaba obsesionado conmigo, y aunque como genio pianista era mundialmente reconocido, a verdad es que me entendía con él fenomenal, pero no tanto como para hipotecar mi alma; de mi amiga fueron pasando, pues a mi amiga le gustaban las discotecas, y aunque inaugurábamos muchas de ellas, enseguida entendí la profunda oscuridad de ésas vidas de los años de los brokers y los lujos vacíos, me había criado con Ella, con Etta, con Frankie, con Ava, yo era la nueva Ava Gardener de la ciudad, y la ciudad me respondió como tal, así que tenía mas glamour que mi amiga y otro tipo de gustos, y muchas veces hacíamos distintos recorridos aunque soliéramos terminar en los mismos sitios.

Un día en el mayor antro de todos los antros de mala muerte de última hora, algunos tan exclusivos que sólo conocíamos los reyes de la noche, reconocí al obseso, y en lugar de venir corriendo a incordiarme, de repente noté que me evitaba, cosa rara. Iba con un tipo flaco con sombrero, con aspecto de haber tenido más muertes que vidas. Así que me acerqué a ellos sonriente, sabiendo que gallo que no canta, algo tiene en la garganta. El tipo flaco me miró como el que acaba de llegar de la muerte y acaba de ver un ángel, el obseso nervioso se quería ir con alguna  excusa, así que me metí en la barra, saqué una botella y le dije que pagaba él por hablar y que ya me podían ir contando lo que estaba pasando ahí; el camarero ya me conocía así que ni se molestó en decirme que no entrara dentro de la barra, al fin y al cabo yo le llevaba los clientes más interesantes y que más caro gastaban del local.

El muerto en vida me dijo: quiero conocer flamenco, pero solo he visto pájaros rosas.
Le cogí en volandas, le dije a mi amiga que nos íbamos y nos llevé a los tres al Duende, un local con ocho mesas, donde iba lo más matao el país a cantar desde las tripas. Le gustó, se quedó en el pais y de repente lo dejé de ver a él y a los cubanos, incluso a un amante increíble que tenía, un guitarrista mediocre, al que escondió el obseso famoso para que no me viera, porque estaba muerto de celos, pobre. Sé que se dedicaban a engatusar a españolas ricas para sacarles contactos, poder, dinero y favores, y cuando se mezclaron con los gitanos más famosos se multiplicó por mil. Como a mi no me gustan ésas cosas, tampoco hice nada por cruzarme con ellos.

Un día fuimos a una inauguración de jazz, extrañamente mi amiga se vino conmigo, auqnue a ella no le gustaba mucho. Ahí lo volví a ver bastante tiempo después, vi su nombre en el cartel aunque no me fijé en la fotografía, como siempre, traumatizada con las fotos y la sobrexposición de imágenes, después de posar horas y horas de modelo gratis para mi padre el pintor, las cámaras me producían pesadillas.

Así que cuando lo vi, me sonrié a mi misma, pensé: vaya , lo ha superado, al final si que encontró lo que buscaba. Pero no quería que me vieran, así que nos fuimos al bar de enfrente (hasta la segunda parte después del descanso, que volviera a estar todo oscuro) con el que teníamos cuenta al haberlo llenado varias veces, y nos hicieron una degustación de cervezas. Cuando ya vi gente  salir a fumar, sabíamos que en breve volverían a tocar. Así que terminamos las cervezas y nos volvimos al local.

Había una mesa libre justo enfrente que se acaba de ir, cuando mi amiga iba para allá la frené en seco y dije "ni se te  ocurra, quiero ver cómo tocan ahora, sin que sepan que estoy", así que nos fuimos a una lateral al otro lado del escenario, que estaba en lo más sombrío. Qué decir del nivelazo, absolutamente magistral, claro que después de varios minutos, tanta cerveza hizo efecto, y quería ir al baño de chicas, que estaba justo al lado contario nuestro y había que pasar por en medio iluminado de la sala, por supuesto aguanté al máximo y con mucho poder de concentración, así rodeé la sala por detrás por completo y aproveché justo que estaban en la mitad de una canción en pleno apogeo.

Cuando casi llego a la entrada por fin... se hace un silencio sepulcral, de repente la trompeta deja de tocar el solo, y escucho "ésa espalda, ésa manera de caminar la reconocería entre cien mil sombras, date la vuelta querida", se me heló la sangre, juro que sentí un sudor congelado recorrer mi espalda del susto, todo el público se giró, y ahí me tenías como una estatua sin saber que hacer, por Dios qué vergüenza (el pianista obseso hizo lo mismo muchos años después, pero esta vez ya tenía práctica con ésa emboscada), y pensé, seguro que se ha reído de mi pensando que yo sabría que no tendría huevos de parar el espectáculo. El caso es que me giré como una gilipollas, y con todos sus santos cojones se pone a hablar de no sé que rollo sobre el hermanamiento sobre raíces, que si España, Puerto Rico, New York, jazz y no sé qué, y que si no hubiera sido por mí, él no... bla bla bla, no sé lo que decía  porque no escuché nada, sólo quería morirrrrrme.

Hice un ligero movimiento de cabeza de saludo, y me metí en el cuarto de baño, obviamente no quería salir, imagino que se estaría riendo a mi costa mientras en el escenario, a saber qué estaría pensando, así que hasta que no pasó un rato y no volvieron a tocar, no salí, perfectamente cabreada y humillada muerta de la vergüenza, claro, porque todo el mundo me iba sonriendo.

Ahí ya empezó la Noche, todo el mudo tocando al ritmo de Jerry, que brillaba como nunca, cabriolas, juegos imposibles, todos los músicos, incluidos el pianista obseso (éste no parecía muy contento, pero seguía entusiasmado el brioso ritmo del jefe, creo que intentando hacer ver que él también era un genio), mi amiga entusiasmada: "si lo llego a saber hubiera venido mucho antes" y yo con la cabeza enterrada en la mesa empecé a pasarme de la cerveza a las copas, hasta que después de un rato, y todos los músicos girados hacia nosotras, me salió más rentable quedarme en la barra del final del todo del local al lado de la puerta. A ver que yo los quería mucho, eran como mis hermanos bandidos, pero no los quería tanto como para adoptarlos, era la Wendy en la Ciudad de los Niños Perdidos, un poco salidos eso si, demasiado hot para lo que yo necesitaba en ése momento, era inmune a sus tretas, y ellos lo sabían, lo que les encendía más, y no tenía ganas de ir sacando los cuchillos, para dejarles las cosas claras por milésima vez.
Ah! Pero el Maestro, el Maestro era de otra especie diferente, de otra galaxia.

Igualmente me resultó sorpresivamente tierno ver al Muerto que conocí tiempo atrás, y ahora dirigía el escenario como un Maestro de ceremonias, hacer como que volvía a la vida, él último estertor de uno que falleció hace años, que representa un mundo que ya no existe y es su único superviviente; él y yo éramos los únicos en la sala que sabíamos que ya no tenía latido, no tenía furia en las venas, ya no se enfadaba ni retorcía como cuando estás vivo. Él, en este caso, sabía que yo no estaba  enamorada de él, no me crujía, ni me hacía perder el sueño, o estallar en amor o furia. A él no había que explicarle ésas cosas mundanas, él sabía leer lo invisible, como yo. Me estaba dedicando ése concierto,  me estaba dando las gracias por darle otro sentido a su vida, darle un pco más de existencia, dejando un testamento. Él sabía que yo era la única que reconocería ésa segunda canción, dentro de las canciones, la melodía interna, me estaba contando una historia que sólo podíamos entender los dos, porque mi espíritu era también antiguo, otra sensibilidad, otra percepción.

Él nació en los años 50's, pero era un hombre de los años cuarenta, de lo más profundo del corazón del jazz latino de Nueva York, él tenía en los ojos y en sus gestos el Glamour de una época que ya no existía, sentía y miraba con esa suave elegancia, era un dandy que elegía ser pordiosero porque quería, pero con las tripas de la furia de sus barrios sórdidos pero alegres, donde los inmigrantes después de trabajar en lugares deprimentes o clubs de blancos, se iban a bailar swing, o crear la música que les gustaba. Me miraba bonito, y melancólico, bajo su apodo de "L'infant terrible de jazz", se escondía un tornado de sensibilidad y maestría, que el tiempo y la soledad fue socavando, pero él no se resistió, nunca quiso esperanza, no le entristecía la soledad ni buscaba la compañía de un amor vivo lleno de futuros. Él se cavó su propia fosa casi desde que nació, él se vio en mi espejo, y le demostré que se había equivocado, que había cavado mucho antes de enterrarse.
Hay dos tipos de personas, las que se emperran en morir, y las que se emperran en vivir. Yo decidí esto último.

Me pasé la vida dando, dando, dando, dando, una fuente que se llenaba y se vaciaba de mi hacia los demás pero nunca se agotaba. Pero esa fuente está viva, nace del alma, es un proceso físico y químico, que tiene efectos físicos y químicos reales, y sale de mi, es un don y un castigo.
La gente estaba feliz de tener lo que se conseguía, pero nunca volvía una vez obtenido, nunca recibí nada más que tareas, encomiendas y presos que nunca pedí, la gente se sentía bien conmigo, pero nunca me preguntaron cómo me sentía yo. No había  bidireccionalidad, ni recibí nunca nada, pero la fuente se desgasta por fuera, las paredes ya se han ajado, los manillares de plata los robaron, las inscripciones en mármol ya no se ven, los años del pozo de los deseos pasan factura cuando no hay mantenimiento.

Hoy me acordé de él. Aún muerto, sacando volutas de humo, alargando el tiempo de sus casi 70 años, de su cuerpo y almas ya fríos, tuvo la inmensa generosidad de mirarme, de verme, de cantarme la música original de una época, un mundo donde ya estaban todos muertos, él entonces despuntó muy joven y  murió el último de ellos.
En mitad de todo aquél ruido, me cantaba otra canción al oído, desde el fondo de la barra, yo lloraba por él y por los que se habían ido, lloraba por su testamento que nadie estaba escuchando. Lloraba porque ambos sabíamos que no podía hacer nada cuando eligen morir antes de tiempo. Era una bestia herida de muerte que no pedía auxilio, solo cantaba para un oyente. El testimonio presente, y ahí estaba yo, bebiendo resignada, viendo como era un brillo de una estrella ya extinguida que salió de un planeta desaparecido. Contemplando una estrella fugaz que me miraba. Contemplada.

Recuerdo la última vez que le vi.

Después de mil vidas  después y miles de mujeres que pasaban por vicaría de la cofradía de la Santa Compaña musical, el pianista obseso buscaba cualquier oportunidad de acercarse a esta inmunda ciudad, sólo podían venir a un par de festivales al año de calidad, porque tenían demasiado nivel, a los que yo no asistía porque están lejos, son muy caros, y la compañía no iba a apreciar el momento. Así que se inventaron aparecer a hacer algún bolo suelto, cuando los dejaban "tirados" en alguna ciudad cercana, y aparecían de la nada, ejém claro, o estaban incluida otras dos ciudades, y ésta pillaba en medio. Una vez lo fui a visitar a mi tierra, como yo seguía sin quererme casar, y menos con él, se aprovechó  de que estaba de bajón por mi primer accidente, en la rodilla, así que me dijo que fuera, que al menos escucharía buena música, y eso era verdad.

Le oía hablar de todas sus fantasías, ahí descubrí que se estaba aprovechando del amor de otra mujer para intentar que yo ocupara su puesto, y tenerme siempre cerca de él. Yo ya estaba aburrida de esa historia, porque nunca me cayó especialmente bien además, congeniábamos en el arte y el proceso creativo, pero ésa actitud oportunista, la podía entender por supervivencia, pero me revolvía las tripas, claro que me divertía mucho con ellos un rato, eran divertidos y geniales, pensábamos a la misma velocidad de vértigo, pero un rato, era un genio en su música, pero como persona era bastante simplón

Cuando conocí a su víctima mayor, ella me llevaba de un sitio a otro porque yo no me podía mover con las muletas. Era una persona brillante, pianista, enamorada, que todavía tenía el valor de hacerle un favor sabiendo que él estaba enamorado de mí (yo diría obsesionado, un narcisista como él no se enamora nunca); me pareció tan humillante, porque ella no era cualquier otra estúpida simplona rica. Así que me hice amiga de ella y a él lo descarté para siempre, aburrida de sus simplezas.

Ella organizó algún bolo en mi ciudad, pero claro el obseso quería aparecer sin que estuviera ella, a ver si podía darle vuelta (really?! lleva veinte años así y todavía no quiere darse cuenta?), así que la única manera era traer al Maestro, con el que seguían colaborando, al centro de la ciudad donde vivo y eso hizo. 
El local fue un desastre, no pusieron la publicidad con tiempo, la gente maleducada y grosera, como siempre, les intentaron estafar, lo típico de éste infierno de gentes sin alma (los que no cantan ni bailan), pero sin embargo estaba ahí el Maestro, en un local de mierda en mitad de ninguna parte, sonriente, contento, más feliz que una lombriz; y teniendo en cuenta el grado de furia que suele tener cuando no respetan su música me pareció extraordinariamente extraño.

Terminaron, recogieron los bártulos y los dejaron en a puerta esperando a que legara la furgoneta. Todos meten sus cosas detrás, y el Maestro aún estaba dentro, imagino que explicándoles un par de cosas a los imbéciles del local. Cuando lo voy viendo venir de lejos, cojo la funda de la trompeta y de repente todos se echan para atrás y me gritan "no la toques! es de Jerry, nadie puede tocarla excepto él, nadie la ha tocado nunca, todo el mundo lo sabe!" el obseso y mano derecha, se acerca a mi intentando que yo la soltara despacio como si llevara una escopeta cargada, claro en ésos segundos en la que estoy intentando averiguar que es lo que está pasando, el Maestro ya ha llegado, se acerca a mí con suavidad, toca la funda y me la acerca más.
"Ella es la única que pueda cogerla, queda claro", me miran todos como si hubieran visto a la Virgen María, y yo todavía estoy intentando saber qué demonios ha pasado. La coloco detrás en "su lugar" donde me indican (por lo visto es un lugar especial), se suben todos, y me dice: "tú y yo vamos a dar un paseo" (el hotel estaba a dos manzanas, así que no es que fuera una caminata), y nada, no dijimos nada, íbamos despacio, estábamos sólo paseando, reflexionando quizá.
Llegamos, los otros estaban hambrientos y sobre todo sedientos, en el vestíbulo, éste se fue a recepción, habló, se subió a la habitación, estaban ahí a ver si todavía estaba el bar abierto, se tomaron unas cervezas, y yo estaba ahí, el obseso de repente ya me trataba como el cristal. 

Al rato me viene y me dice "el Maestro te llama", así que me mientras me va acompañando hasta lo que parece que iba a ser su habitación, siento mi furia crecer "cómo se atreve a tratarme como una grupie cualquiera?! yo no he venido aquí para éso! hay miles de mujeres que están deseando su momento de gloria, no soy así, él lo sabe, uff se va a enterar!!" así que envío un mensaje de teléfono a una amiga y su novio, más simples que el asa de un cubo, para que  me venga a recoger al hotel con la excusa de que vamos a otro sitio, no fuera que se complicara la cosa. Luego viene mi razonamiento práctico que me sugiere "él no es cualquiera, tú tampoco, antes de sacar conclusiones, espera, simplemente observa, estoy segura que quiere decirte algo". 

Me lleva el obseso hasta la habitación y se va.
Ahí lo veo de pie, se acerca muy caballerosamente (increíblemente educado para los tiempos que corren), no olvidemos que es un espíritu de los años 40's, me ofrece la mano, y me acompaña hasta la mesa y me abre la silla, ahí había un ordenador, también vi de reojo su trompeta en la funda, y me pone un vídeo casero original de Nueva York creo de los años 50's, son unos negros que están bailando parece ser una corrala entre unas casas, se les ve muy felices, sonrío.
Luego me empieza a sacar del sobre fotos suyas con Louis Armstrong, me pone un concierto en el Central Park con Carlos Santana, había miles de personas, él tenía 17 años, ya era una estrella, estaba también con su hermano en el escenario, me cuenta su vida, pero de una manera no convencional, no me da datos o cosas sin importancia, me dice cómo se sintió, qué aprendió, cuáles fueron sus maestros, no hurgó mucho en lo oscuro, porque nos entendimos perfectamente y no era necesario.

Yo lo observaba como una amiga del alma, sosteniendo a un ser que llevaba muerto mucho tiempo pero estaba preocupado porque ya lo había hecho todo en su profesión, pero le faltaba algo que dejar en el mundo. Yo ya le vi por  donde iban los tiros, y ambos sabíamos que no había tanta conexión, pero él lo estaba intentando tan tiernamente que me dio tristeza, y simplemente lo escuché. Por él no sentía nada, porque no sentía la sangre en mi, lo quería, lo aceptaba, lo sostenía, pero no me ardía, nunca podría decirle que estaba enamorada, porque no me ardía, nunca hubiera perdido una noche sin dormir por él, y él lo sabía.

Después de ésa bonita introducción, sacó la trompeta y me tocó la melodía más hermosa y dulce que he escuchado en mi vida, era el último canto de un pájaro antes de morir, creo que tenía 65 años para 66 de una vida extraordinariamente intensa, pero en ésos momentos se parecía aquél muchacho de 17 años del vídeo, lucía extraordinario, y yo me sentía tan orgullosa de él.
Obviamente se cortó la larga melodía cuando llamaron los de recepción del hotel por las quejas de las habitaciones a ésas horas, así que genio y figura, dijo que claro, colgó se sentó a los pies de la cama y tocó más alto jajajaja  me entró la  risa "éste es mi momento, éste solo si que nadie me lo va a quitar", terminó su preciosísima melodía, guardó la trompeta, cogió el ordenador, sacó el sobre de nuevo, se volvió a sentar en la cama y me dijo que me sentara a su lado, momento en el que me quedé más tensa que un violín y me devolvió la furia (lo siento, soy así), se me cortó en el instante que me miró risueño, estiró el brazo y me dijo, "anda siéntate, estarás más cómoda, sabes que no te haría eso" (si, lo sabía, pero sola desde los 7 años ya nací con el cuchillo entre los dientes, por si las moscas). Bueno, me senté, no sin antes protestar airadamente con mis gestos, lo que le dio más risa, y a mí más humillación de su risa (si, soy orgullosa, no puedo evitarlo), pero bueno, la verdad es que era muy amable, y noté que estaba cómodo, no era nada invasivo. 

Así que enseñó más videos, sacó una preciosa foto con su mamá cuando él tenía un año, estaban en el Central Park de los años 50, me la dio en la mano y estuve un rato contemplándola, y muchas cosas suyas, luego poco a poco fue hablando más despacio, y me fue contado cosas más personales, algo como que tenía una casa en Puerto Rico, no recuerdo muy bien, como un pequeño palacete colonial, de aire español con columnas o algo así, que no iba nunca que estaba medio abandonado, y las plantas la habían invadido dentro, y que a veces pensaba si todo eso podría recobrar vida, que si me quería casar con él, que sabía que era mucho mayor que yo, pero que lo pensara, en fin cosas así.

No tardé mucho en decirle lo obvio, pero de manera suave, porque se lo merecía, así que se acercó a la mesilla y sacó lo que parecía ser una pipa de crack o algo parecido, sentí que estaba desolado pero se lo esperaba, porque estaba ya preparada "uno tiene un pasado", me dice derrotado.

Y yo, que no puedo ser como una persona normal, me acerco a él de un salto y le tiro la pipa por la ventana del hotel (Pienso: Oh, Maestro! Oh, Intocable! a tomar por culo la pipa de crack, que ésto es lo que te ha estado matando, éstas son tus dudas y tus traumas sin resolver, imbécil, cobarde; no te das cuenta que podías haber vivido de verdad, gilipollas? por qué te asesinaste antes de tiempo? porque todos estaban muertos? yo estoy aquí antes que tú, incluso vi tus tiempos, y viví a través de otros ojos, otros tiempos anteriores a ti, he visto morir a miles antes que tú, de planetas en la Tierra de los que no se tienen ni conocimiento, me acordé de mi aya india y su pueblo extinto, y aquí sigo, por qué me obligas a justificar que decidiste morir, ahora no hay nada, estás tocando ante los muertos, un público sordo y ciego. Tu obligación era haber dejado tu magia viva. No me justifiques tu derrota, porque yo estoy aquí, VIVA, y aún tuve menos posibilidades que tú) como siempre me pasa cuando hago algo que me sale del alma, pero no es apropiado, ya estoy esperando los gritos, pero no.

Me mira perplejo, se ríe, se reincorpora hasta llegar a los pies de la cama y yo de pie esperando la bronca, me coge de las manos, mira hacia arriba (que no es muy lejos, porque yo soy más bien chica) y me dice, sé que eres la mujer para mi, pero yo no soy el hombre para ti, solo quiero que sigas siendo como eres, y que no olvides este solo que te acabo de tocar, porque lo compuse para ti (en ése momento me arrepentí no haberle prestado más atención porque no recuerdo una nota, sólo que me hacía sentir como si viera por primera vez una maravillosa película antigua, donde estaban todos los suyos, que una vez fueron míos, Lous, Etta, Billie...)

Le apreté las manos y le dije:
"Nací en la calle Torrecilla del Leal 24, mi madre era soprano, mi padre era pintor, tuve una vida intensa, muchos enemigos, pero nunca me arrepentí de lo que poco que me dejaron vivir.
Haz lo mismo, el humo de la pipa te nubló la vista, no te arrepientas, cásate, ten un hijo, deja las drogas, ya has hecho tu vida, deja que otros la recuerden por ti, me dejas demasiado testamento".

Llamaron a la puerta, era el obseso de quien estaba enamorada mi amiga la pianista, le acompañaban mi amiga la simple, y su novio uniceja.
Él me miró, sonrió y entendió.
Me apretó las manos y me dijo "Soul in my soul"

Un día hace un par de años, casi tres, vi una noticia en el periódico: 

Jerry González, un "nuyorrican" que saltó de Manhattan a Madrid por el jazz

"Encorvado, con perilla y su inseparable sombrero, Jerry González, fallecido hoy a los 69 años en un incendio en su casa, era un habitual del jazz madrileño, que acogió a este "sonero" y trompetista "nuyorrican", referente mundial del "latin jazz" y compañero de Dizzy Gillespie o Chet Baker, hace ya 20 años." 01/10/2018



Y seguí dando, y seguí dando y la gente me fue sacando sin dar ni las gracias, ellos eran felices gracias a mi, nadie se molestó en saber lo que yo necesitaba. Simplemente a nadie se le ocurrió. Le gente es feliz, más ellos que ellas, cuando obtiene lo que quiere, por cómo se sienten, nadie se molesta en saber quien eres, se enamoran del reflejo, de su propio reflejo, cuando están contigo, pero no les interesa qué necesita el espejo. Él no era así, al revés, se molestó en conocerme sin acercarse, y humildemente darme sus piezas, unas piezas de recambio, que no eran, pero me ofreció su alma en prenda, ése tío oscuro y complejo, bastante insoportable para la gente, conmigo era muy lindo por su forma de mirar. Con él conocí como mira la gente de aquéllos años, los de su alrededor no tenían el "traductor del tiempo", y no sabían entenderlo.

Nadie sabe que desde hace tres años no celebro mi cumpleaños desde que falleció mi madre dos días después el año anterior, en mi casa es una tradición aunque sea encima de una tostada, eso era religión.
Recibí miles de llamadas y buenos deseos, pero yo que encendí millones de velas, no tuve a nadie que estuviera al lado y me encendiera una.

Por eso hoy me acordé de él. Viejo amigo. Nos vimos en muy pocas ocasiones, pero las pocas que lo hicimos, estaba realmente ahí.
Me encendía su mechero, y me susurraba: "ésta es tu vela", por los años venideros y los que vendrán, aquí estará.

Él sabía que los que encendemos a los demás, pocas veces se molestan en estar a tu lado de verdad, cogerte de las manos y encender la vela. Somos sus medallas, sus premios de consolación, los títulos con los que consiguen cosas.

En abril cuando fui a ver a mi amiga la pianista, no sé cómo salió a colación Jerry, le dije. - "- Me enteré que se casó con una española, y tuvo una hija de unos tres años (sí que siguió mi consejo en seguida). Cómo murió?"- 
- "Ah que no sabes cómo murió? hubo un incendio en un local de abajo, el humo llegó a la habitación y se asfixió"
- "Ah, Pero seguía viviendo aquí?"
- "Si, en el centro, en la calle Torrecilla del Leal"

Yo creo que no fue el incendio en un local, no quiero investigar, porque no me gusta hurgar, eso es lo que diría la prensa.
Pero sé, estoy segura que fue en su casa, que se enterró en el humo, no tenía nada más que ver, no quería Esperanza, si no tenía significado concreto.
Sabíamos que no se puede dar lo que no es tuyo, creo que, conociéndolo, seguro que se estaría riendo de mi, en el buen sentido, y sabía que yo sabría lo que estaría pensando cuando me enterara; dejó su testamento en otros, si, y se marchó entre el humo, porque era lo único que en lo que se había convertido su vida, era un poeta, pero también sé en lo que estaba soñando, en un palacete en Puerto Rico, que recobró la vida al menos por un momento, creo que murió contento.

No sé por qué, hoy me acordé de él. No lo amaba, pero le tenía máximo cariño.
Me arrepentí de no haberme quedado más tiempo, quizá tuviera más cosas que decirme o que  decirle.
Aunque nunca hubiera pasado una noche sin dormir pensando en él.
Él me miraba con respeto, me hacía sentir digna.
Fue el único que se arrodilló hacia la fuente, mucho antes que nada manara de ella, y me compuso una canción; por todo lo que di que ni siquiera supe que le había dado: Esperanza.
Todo el mundo abría la cajita de música, se miraba en el espejo, daban las vuelta a la manecilla de la música, la bailarina se empezaba a mover, y le pasaban cosas mágicas. Todo el mundo estaba contento con la cajita de música.
Con el tiempo, los brillantes de lo ojos se le cayeron, el tul se rompió, fueron desgastándose piezas por el uso y la falta de mantenimiento. 
Él la descubrió entre tantas miles de piezas, la reconoció con ojos expertos, la sacó de la sombra, la puso en un altillo, la miró con dignidad y le compuso su mejor melodía.
Gracias por haber existido. Dejaste la cajita de música con la tapa abierta.
Era ante todo, un caballero.



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