10 may 2021

Happy mother's day

 


Fuiste la soprano más joven de la Historia en entrar en la Ópera del Coro Nacional de España, cantaste  en el yate "Cristina" de los Onassis, eras una pionera en todos los aspectos que hoy están de moda: compraste futones en Japón para dormir (para horror de ambas familias que decían que dormías en el suelo como gitana), encargabas edredones de pluma en Israel, cuando aquí todavía se llevaba una tonelada de mantas que no abrigaban, trajiste las Algas y la cocina macrobiótica de Asia, y el progresismo de ideas de tus mejores amigos de todo el planeta, especialmente con tus amigas del Coro de EEUU donde hacías muchas giras en New York, ante una España machista, misógina, rancia y casposa, donde mis tías, unas ricas de provincias te envidiaban, y tu propia familia te hacía de menos y te tachaban de loca. 
Nuestra casa era el destino secreto de todos los artistas, políticos, escritores y figuras más importantes del siglo XX y XXI incluidos premios Nobel.

Eras la anfitriona por excelencia de tu propio mundo, que conectaba todos los mundos posibles que hubiera en el Planeta Tierra. Tenías tu propio pianista de cola alemán, y eras la hija adoptiva de la pareja judía, director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, donde tenías hasta las llaves de su casa (y una lista de pianistas y patrocinadores, recuerdo aquél millonario y pez gordo japonés obsesionado con el fetichismo de hacerle una escultura de oro de sus "minipies", y  que a cambio le daría  todas las exposiciones en Japón de tu pintor a cambio de ése deseo. Él rechazó la oferta, pero no porque le ofendiera el extenuante interés hacia mi madre, sino porque "su Obra" oh el "Artista Único" maldito ego de psicópatas, era más importante que "un simple pie"), mientras su pianista alemán, esperaba y sacaba cualquier concierto para alejarla de ésa bestia, cuyo ídolo era un Pablo Picasso misógino y narcisista.

Mientras su pianista particular, buscando cualquier excusa para venir a España, hacía viajes internacionales solo para actuar contigo ante un humilde auditorio de niños (tu gran debilidad y tu absoluta maestría), simplemente porque a ella le hacía feliz que niños escucharan música hasta en el valle más perdido, por primera vez.

Recuerdo aquél día mientras te fueron recortando tu gestión económica, y poner en duda tu capacidad mental, que es una de las mil formas de tenerte bajo control, que el pianista te propuso ir a casa de la Caballé, y hacer un concierto en París, el fin de semana que Padre estaría ocupado de visita, usureando a su familia. te había dejado el dinero justo, a pesar de que ganabas una millonada que se gastaba en los caprichos del señorito. Recuerdo perfectamente ése día, porque fuimos a alquilar dos películas en el videoclub, una de ellas era Desayuno con Diamantes, la otra no recuerdo. Llegamos a casa, y cogiste corriendo una cinta métrica de costura, encendiste la tv y mientras yo rebobinaba la cinta VHS, tu estabas como un pajarito cogiendo patrones de papel, alfileres, despejando la mesa de trabajo y al final nos pusiste la película a las tres, fuiste "frame to frame" durante  todo el metraje, copiando las medidas del vestido negro de Audrey, lo hiciste en muy poco tiempo, y mientras hermana se quejaba de las paradas, yo contemplaba fascinada como tus pies se habían vuelto ligeros y cantabas todas las canciones del film con tu voz prodigiosa, mientras terminaste de hacer los cálculos, pintar el papel de patrón del vestido, cortar la tela y encajar en alfileres , fue para ti la cosa más fácil del mundo. Fue todo tan rápido y tan genial, luego nos pusiste la otra película con la que te inspiraste para hacer el segundo y aún más maravilloso y rápido de hacer: un vestido pantalón, de estructura semirígida blanca, sobre la cual estaban tules de flores verdes y rojo coral, cosidas con mano maestra, alrededor de un impecable diseño, que fue tan creativo, como adelantado a su tiempo, y con el que fuimos a cantar al piano de la Caballé en su casa Barcelona, que solo muy pocas personas tuvieron ése privilegio, entre ellos Freddy Mercury.

Fue maravilloso comprobar como la Motivación, la real, la felicidad que sale de dentro hacia afuera, es la única manera de empezar a volar, ése día vi a mi madre, ya medio moribunda de espíritu, transformarse en el más bello Ave del Paraíso que habían visto mis ojos nunca. Ése día descubrí el poder del Alma, a través de cualquier rendija física, cárcel, circunstancias, agobios, aplastamientos o encierros que te pueda poner la vida.

Gracias a ése día, el poder de la transformación que tiene la MOTIVACIÓN (- "Oh! Espíritu, caballo indócil, aprende a cabalgarlo o perece"; REALMENTE existe, el aire del alma, como la música, el vapor, se condensa y transforma en algo sólido, real, enérgico, y está para invocarlo cuando tu quieras, en tu cabeza) sobreviví.

Pero eras demasiado nueva, demasiado valiente, demasiado original, demasiado fuerte, demasiado pronto, demasiado exótica, demasiado real, demasiado poderosa, demasiado carismática, demasiado pura, demasiado buena, demasiado inteligente, demasiado brillante, por eso me puso Alma, como Alma María Mahler, una pionera del siglo XIX que cambió todos los referentes de la mujer en su época.
Eras demasiado en una época en que se pagaba demasiado caro, una lucha oscura muy machista de envidias en la que hicieron lo imposible para encerrarte y derribarte, y aún así no lo consiguieron, pero te alejaron de nosotras y fuiste muriendo de a poquitos.

Moriste en otro país lejano de extrema precariedad en América latina, en la que te faltaron manos para ayudar de tu propio bolsillo y alma, como siempre en primera línea, dando tu dinero para alojar y dar de comer a animales y niños de la calle, en ciudades violentas en estado de sitio, mientras te dejabas en último lugar, hasta que te contaminaste por aquéllas aguas contaminadas, justo dos días antes de morir, en mi cumpleaños, me llamaste, y me dijiste tantas cosas en tan pocas palabras, después de tantos años sin saber nada de ti ni poderte localizar, al igual que yo siempre estuviste rodeada de maldad. Nunca olvidaré tus nanas en la noches, mientras cantabas tus "lidls" alemanas, tus operetas italianas o francesas, y tu famoso "Ave María" por el que hasta los vecinos abrían las ventanas de par en par, para escuchar a ése famoso mirlo blanco, que hipnotizaba el aire con flores y miel ante dos niñas, y ante millones de espectadores en tus giras mundiales o en la tv.


Tuviste la mala suerte de encontrar un amor equivocado, un carismático y guapo pintor español, heredero de una fortuna, a la que no le dejaban acceder por derrochador, que decidió vivir en París en una habitación compartida con otro escultor en Quartier Latin, el barrio español, abriendo un estudio de fotografía de concurridas modelos, recibiendo clases en la Sorbona, y dándolas en École des Beaux-Arts, o haciendo retratos callejeros en Florencia, haciendo autoestop por toda España, Francia e Italia en los 70's, hasta que un día se coló en uno de tus conciertos y se enamoró de ti, después de que volviera de Italia con lo puesto y sin dinero, y tú de una gira Europea, en la que te gastaste hasta el último céntimo en las mejores boutiques francesas, para seguir dando conciertos.
Era un local muy barato y popular en la calle San Bernardo sobre todo para universitarios o artistas que acaban de aterrizar en Madrid: "Pan, vino y lentejas por 100 pesetas", ponía en el cartel con tiza, nada más salir del metro, eran mesas de madera largas donde todo el mundo se iba sentando. Y ahí fue, una casualidad.
Ésa misma tarde tenías un concierto privado tuyo de una admiradora tuya muy poderosa, que se celebró en un local con invitación, ahí se coló el pájaro, rodeado siempre de pajaritas, se enamoró de tu voz  al principio te admiraba como todos, hasta que le hiciste demasiado brillo, luego vino el paulatino encierro, y luego los hijos, y otra más le hizo sombra, y ya éramos dos, así que tu pereciste y yo sobreviví a diez años de brutal encierro, dónde sólo nos abrían la cancela para sacarnos de gira, la millonada que ganaba a nuestra costa y nos volvían a encerrar, mientras su otra hija, su propio miniyo, hacía de guardián de la celda. Títeres del titiritero, menos de un millón por 15 días no sacábamos, pero a nosotras dos nos hacían comer tortitas de harina y sal.

Tenía cronometrada la ida y venida de la escuela, y salí rebelde de toda opresión, así que durante diez años estuve encerrada y castigada en el cuarto oscuro de fotografía (nuestra  casa era inmensa, teníamos hasta teatro para grabar y ensayar las obras musicales), mientras  me pasaban la comida bajo la puerta.
En verano nos íbamos a casa de la abuela, y a todo lujo, en primera línea de playa de la jet set, y los mejores hoteles, con servicio y guantes blanco. Ahí descubrí el dulce nivel de la hipocresía, tenía la cultura de la mejor escuela de señoritas de la realeza de toda Europa, gracias a mamá, que era una diplomática consumada, me sabía todos los protocolos, pero luego después de recibir los premios nos guardaban en la cajita de música, éramos las muñequitas bailarinas, que se abrían y cerraban, cuando alguien quería vernos y darnos cuerda.


Ahí aprendí a abrir puertas, llegar a la grandiosa biblioteca de Padre, y secuestrar un libro, volviéndolo a poner en su sitio cada madrugada, porque el pintaba por las noches.
Con el tiempo descubrieron que habían cosas movidas entre los discos de jazz, los cientos de instrumentos musicales que teníamos colgados de las paredes para los invitados o los libros, así que primero cambiaron la cerradura, lo que para mi no fue un problema, y luego me quitaron la puerta de mi celda, para controlar si estaba o había huido. Así que aprendí a ponerme un barreño con agua fría y hielo para no dormirme por las noches y leer, con una linterna y cuando escuchaba que la puerta del gran estudio de abría, me hacía la dormida, creo que tuve ojeras hasta la mayoría de edad que nos robó la herencia, y que además le engañó su propia familia en el reparto, otros como él y se fue.

Mi mejor amigo en aquellos tiempo de encierro lo encontré después de unas de ésas exhaustas giras de 15 días por todo el país, donde íbamos de pueblo en pueblo (en las giras "pobres", en las giras "ricas" eran otra condiciones), cuando volví al colegio a mi rincón preferido en el recreo, que era debajo de las escaleras secundarias que daban a un patio, me encontré a un niño, de mi edad,  blanco como la leche y con el pelo negro como el ébano, yo estaba furiosísima, mi último refugio de los autógrafos, mi media hora de paz al día, copado por un intruso. Por supuesto había vuelto en los huesos, así que no tenía ganas de luchar, y esperé al día siguiente que se hubiera ido, y ahí seguía, así que no tuvimos más remedio que ser, si no amigos, al  menos cooperadores . Yo le conté sobre mi vida de mercenaria de la actuación, y el me dijo que su abuelo inglés tuvo exactamente la misma que yo. Un día su madre me invitó a comer en su casa, yo se le pregunté a Pater, y el por supuesto me dijo que yo no, así que aprovechó la oportunidad, como solía hacer, de dar los privilegios de mi privación de libertad a mi hermana, que justo al día siguiente si fue a comer con una amiga, les gustaba torturarme así.

Su madre era como la mía, completamente irradiada de luz, se llamaba Geraldine Chaplin (eso lo supe muchos años después) así que empezó a dar doble almuerzo cuando un día le fue a buscar y él le dijo que yo era la niña que le había dicho, y mi amigo un tal Shane  y yo nos pasábamos todos los recreos inventando películas sobre la fluorescente pared blanca de enfrenta de la escalera, eran simplemente geniales, un día mi madre pudo venir a recogerme, y ellas dos se miraron a los ojos y se saludaron con la mirada con tremenda calidez, no hicieron falta palabras. Dos madres, dos niños, dos mundos, un mismo corazón.

 No duró más de un año en irse al extranjero por algo del cine, con su padre, un director de cine español, no sin antes hicieran en el colegio un especial sobre su abuelo en nuestra hora de clases de cine (si les convencimos que nos inventaran ésa asignatura, éramos unos máquinas él y yo creando cosas nuevas).
Ahí nunca más lo volví a ver, así que cuando volvía de mis extenuantes giras, siempre le guardé su sitio a mi izquierda, y ya no era tan divertido imaginar mis películas en la pared sola, en el sitio donde solíamos compartir el almuerzo, al menos mi madre al lado de la mandarina, me había dejado una nota, ante la desolación de la pérdida de mi único amigo: "no estarás nunca sola, si tienes un verano en tu corazón".

Ésa era mi mamá, aún encerrada en lo más profundo de su jaula ("El mirlo blanco" la llamaban), donde cantaba para un público invisible, siempre pudo deslizar en mi bolsillo una nota de esperanza.



Te echo de menos, allá donde estés.


Luisa María Isabel de los Reyes de la Trinidad, Pascual Pérez, soprano

* En bañador triquini comprado en París (para escándalo de mis abuelas y envidia de mis tías) en una playa, embarazada de mí de tres, casi cuatro meses, antes de irse de gira por Estados Unidos (trabajando y embarazada!! para escándalo de mi abuelo paterno, murciano, contable del dictador e inaugurador de pantanos; y alegría de su padre, mi abuelo malagueño,  el capitán mercante, héroe de guerra de la Resistencia y 4 medallas al Valor y al Honor).
Mi hermana salió a mi padre y su familia, y yo a mi madre y la suya, misterios de la genética.


"Dicen que un hombre es revivido, cuando su nombre es recordado."

Pues aquí tienes un día más de tu hija que estaba dentro de ti en ésa foto.
Si supieras todo el apoyo y consejos que necesito de ti ahora mismo, estoy segura de que te levantarías de la tumba solo para darme un beso o deslizarme una nota de tu aliento, te echo de menos.




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