29 oct 2020

Bailando

Bailemos al fin

Compañero

Le apunto en mi muñequera?

Bailan los muertos

Bailan

B

A

I

L

A

N

Bailan

Sin pesar

Ligeros van

De huesos

Y de las vueltas que dan

Se levantan por el cielo

12 sept 2020

Ni tan mal

Mientras otros descalzos

Aprendimos a caminar

Desde niñas

Pies cortados, heridos

macerados como piñas

Almíbar y vinagre

sobre el filo de los naipes

Castillos de aire

Derrumbados, castigados, oreados

aparecemos ahora

Recreados, entrenados, hastiados

Entre la cuerda equilibrista

Y el alfiler de las uñas


Ya no valen las copias 

Ni los primos de aquél 

Ni los fantasmas villanos

Sino el águila de "a saber" 

Se acabaron las pezuñas 

Ahora nos nivelamos 

Con el sagrado deber

De nuestras propias manos


Y a aquéllos pobres ingratos 

otrora acomodados 

Que no saben ni caminar

La falsa rutina los va a fusilar

Sin desfibrilar

Pies tiernos, mojados, combados

Por falta de vuelo, titanio y consuelo

Más cerca del suelo que del cielo

Que con tan pocas horas de uso

Ya no saben ni sabrán

Tan siquiera planear


Pájaros gordos

Jaulas de oro

Pies de plomo

Aros de miedo

Piel de becerro

Cilicios de hielo


Entre las pantorrillas

De las promesas

Las de las puras traviesas

Las de las mil maravillas

Salieron los perros

Sin recompensas

A comernos las costillas


Más os hubiera valido

Aprender a correr que a rezar

Pues al vicio de disparar 

No hay diana ligera

Con ligero mecanismo

Ni lupanar previsto

A bordo de una ranchera


A quién juega con el pan

Sin plantar buena semilla

En nombre de algún Cristo 

Pero sólo de boquilla

Pronto le han de pagar 

Con la misma monedilla


Torpe manera aquélla 

Construir un barco

de madera bella

Palmera decorativa

que no puede ni flotar

Se hunde en el mar invento 

De vientos de sotavento

Y nada con qué tragar


Pues todos tienen pies y boca 

Y no cambia de suerte 

Quién muda de lugar

Y no de cabeza loca


Y los que no supieron 

Construir nidos

Pájaro espino

Huesos, corazón y pluma

Deshaciendo se irán

Malos inquilinos

De aquél ingrato lugar

Pues las primeras lluvias

Antes o después

Sólo han de arrastrar

Lo que no enraizó el pino


Mensajería celestial

Previo porte

Pues la barca de Caronte

Cruel transporte

siempre llevará a algún otro lugar


Se deshicieron

Los dioses de arcilla

Alcanzando fama y fortuna

Pero estaban..

Estrelladas estrellas

Sol y luna

Sin hornear 

Pobres necios y meretrices

Pues no tienen sin cartilla 

Ni una triste comidilla 

Sin tener que vomitar


10 sept 2020

Las suertes extrañas

De espinas y huesos

Está hecho el coraje

De los sabuesos

Sólo queda el olfato ciego

En el mar de la incertidumbre 

Lumbre

Capitán de hierro

De los corazones de fuego


9 sept 2020

Caballo de hierro

Cabalgando sobre el lomo gris

De una cafetera rodante
Ambulantes espacios de vida
Sobre mares de piedra
que borbotean humos
Salientes pares de forjas de hiedra
Chu chúu
Los Raíles

Paisajes de hombres
Cruzados por líneas
curvando cielos y agua
Tierras y montes
Ojos de vidrio
Serpiente metalizada
Los Horizontes

Paisajes de vidas
Tierras teñidas
Sostenidas por manos
De ferreteros cafeteros
Hierros, y luces y brisas
Chu chúuuu
Las Prisas

Y allí estaba
El pobre armero
Haciendo hacienda pausada
Entre el griterío
De la ciudad y la almadraba
Conquistador del todo y de la nada
Gerente del viento
Condimento de ferrallista

Bajo el olmo de hierro

El Maquinista

5 sept 2020

Peces de brea

 Y allí estaba ella flamante

Cabalgando sobre su pescado gris

Evitando encallar entre los penosos cuerpos de los peces abisales 

Gritando fantasmales voces oriundas de otro lugar: ¡liberad al Kraken! 

Esculpidos a la superficie como un mar de ondas de piedra, miraban con sus ojos cristales de néctar, soles ardientes

Piel azul que besa los pies orillas de sus playas, el mar, la mar, el mar, sólo la piel 

Descabalga y se encara a la gruta que se entra por un saliente 

Ni dócil, ni valiente, ni puta 

Independiente grupa de pez volador, raya de sal, estatua de brea

Olmo, marfil y tea

 En cualquier otro lugar

16 ago 2020

Está bien

 "¡Está bien!"

-- de Amado Nervo --


Porque contemplo aún albas radiosas y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas en que tiembla el lucero de belén,

y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas: gracias, ¡está bien!


Porque en las tardes, con sutil desmayo, piadosamente besa el sol mi sien, y aún la transfigura con su rayo: gracias, ¡está bien!


Porque en las noches una voz me nombra (¡voz de quien yo me sél), y hay un edén escondido en los pliegues de mi sombra: gracias, ¡está bien!


Porque hasta el mal en mí don es del cielo, pues que, al minarme va, con rudo celo, desmoronando mi prisión también; porque se acerca ya mi primer vuelo: gracias, ¡está bien!

8 ago 2020

Historia de A

La Historia empezó como todas las historias que no tienen mucho sentido, por casualidad.

Como un viaje de un Ulises retornado a un lugar del que no tiene casi conciencia de su existencia, de sus calles, de las caras olvidadas de sus piedras, de sus mares,  montañas, de rostros ausentes, de cuentas pendientes.

Quizá tenía un año y medio cuando mi madre me llevó a ver el mar, una isla, como cualquier otra, que como toda isla sueña depositar raíces buscando tierra firme. 
Sólo sé que al irnos, la mamá y el bebé, 5 niñas se llamaban como yo, digamos que A. Era cantante de ópera, la más joven del Coro Nacional, un talento virtuoso, el mirlo blanco, un improbable hecho realidad. MIsterios de la genética. Su padre era mercante, Malagueño, héroe de guerra republicano, un hombre que escribía magníficamente con una preciosa letra inglesa, y escribía cartas de amor y comerciales en la puerta del mercado con su Underwood. LLegó a la isla de polizón, le metieron dos de los cuatro chavales nacionales a los que salvó la vida días antes por negarse a matar a unos críos, convenció a que los metieran con él poniéndose a la cola del convoy, simuló un pinchazo, avisando previamente a los muchachos tres curvas antes, que salieran por patas. Al salir de Málaga rumbo a Valencia, fueron capturados, al estar condecorado el juicio de guerra fue rápido, le fusilarían al día siguiente a las 5 de la mañana, casualidad que dos de aquéllos otros hicieran guardia ésa noche en su celda, lo reconocieran y lo sacaran a escondidas al primer barco que salía, un platanero canario.
Al llegar a la isla dieron refugio, y allí se encontró con la pequeña de doce hermanos, una belleza tan testaruda como claras tenía las ideas. Tenía un sinfín de pretendientes, sorprendía la energía con la que sus delicadas manos lácteas fregaban el suelo de madera de su casa, mientras estaba de rodillas. Ella e dijo: "Vés esta puerta, éste suelo, ésos bancales? nunca serán míos, a mí no me llegará nada, yo quiero tierra, dónde plantar 4 estacas de una casa y montar una familia, hasta que no tengas una buena tierra donde echar raíces, no vengas", al revés que el resto, mi abuelo se quedó en la jamba de la puerta, admirado y pensativo, terminó de fumar su pipa, apuntó en un papel con el bolígrafo que sacó del bolsillo de su única e impecable camisa blanca, y antes de marcharse despacio, éste andaluz le dijo: "Éso me llevará un rato, te vendrá bien un jueves?".
Cuatro vueltas al mundo después, otra parte del planeta, una librería, una tienda de ropa, cinco hijos y 18 nietos, un verano pasé de visita por aquéllos lares, al ser la mayor de los nietos quería saber de mis primos, al pasar por el mercado, escuché un grito ahogado, y al girar encontré a un enorme señor desplomado de rodillas, llorando como un niño: "Eres tú?! eres Luisita Pascual, la hija mayor del Mercader?!".

Siguió llorando como una magdalena, tardé unos segundos en reaccionar, tenía 17 años, le dije que no, pero que era su hija mayor, así que me miró intensamente comprendiendo, me invitó a un refresco en una "caja de agua" o bar, dónde no se vendía alcohol, y me contó cómo llegaron allí de las guerras europeas , un italiano, un portugués, un vasco, un gallego y mi abuelo el malagueño, y cómo les salvó la vida en varias ocasiones gracias a su ingenio. Ahí estaba yo, 10 años después de su muerte, con un enorme vasco, contándome aventuras de mi abuelo, a mí, la nieta del Mercader.

Hace años de éso, así que hoy, después de que mi madre llegara con su primera bebé a la isla, ésa mujer que cantaba tras la ventana hipnotizando a quien tuviera orejas, que estuvo en el yate Cristina de los Onassis, que tenía un montón de pretendientes, de aquél año y medio que inspiré el nombre de 5 recién nacidas de la isla, el mismo día que aquél enorme vasco se desplomó arrodillado en el suelo cuando me reconoció 20 años después como la nieta de su mejor amigo, y también voy ahora, 5 días después de que mi abuela hubiera cumplido 96 años, me iré de allí un jueves, del lugar de aquellos hechos de la "bella Mela" de carácter fuerte, testarudo e independiente y del famoso "Antonio el Mercader" el ingenioso soñador aventurero.
Faltan tres días para que vuelva a pisar ése suelo de ésa isla, que tuvo aquélla casa desvencijada, encima de aquélla loma donde se veía el mar, se inaguró la historia de una promesa cumplida, la de aquella belleza a lo Ava Gardner y aquél caballero a lo Clark Gable un hombre increíble, que escribía como los dioses aún siendo tartamudo, que a su funeral fueron tantísimas personas, es la historia de A, la mí, la de las mujeres invisibles, motores anónimos de los anónimos, una historia cualquiera, como la de tantos todos aquéllos españoles anónimos exiliados, que hicieron grandes proezas que cambiaron las vidas de tantas personas y ahora no recuerda nadie.

Ahora ya no existe ninguno de ellos, ni mi madre tampoco, el pobre y maltratado mirlo blanco, cayó en la locura por el amor de un niñato consentido de una familia franquista, un supuesto idealista, hace tan sólo dos nocheviejas. Ella le esperó durante años pero éste nunca fue un caballero. La encerró en una jaula, jugando con ella, torturando su alma, hasta que murió olvidada, cantando en soledad, de pena.
Nunca la pude sacar de aquella jaula, los barrotes los metieron en sus almas, como tantas otras muñecas rotas, bellezas privadas, heroínas olvidadas, la envidia de su esplendor, las tenían encerradas, cantando olvidadas ante un público invisible. 

Y aquí estoy yo, piel morena. 
Por éso amo la libertad, habita en mí un sueño invencible, una gruta volcánica insondable, un fuego imparable corazón de roca que sale violenta del mar, hasta volver a respirar, por dónde siempre podré escapar. Por éso me temen los cobardes, muchas As habitan en mí, y lo saben, resuenan su eco en mis pasos, cada una grita su nombre, y yo las dejo, en mi refugio impasible, dejando que sus ojos se asomen al balcón de los míos, que circulen y se sienten o lean, coman o duerman, que entren o salgan, de mis balcones, que sangre en mi sangre sus sangres y sus erupciones , no es generosidad, es organismo natural. 
Pues mis ojos son gracias a sus ojos, mi alma gracias a sus almas, y tantas refugiadas, saneadas y oreadas, habitan en mí, que vivo mi último día igual que el Primero, fluctuando entre las corrientes de la vida, viajando entre mi vida, otras vidas. 

Alma eterna que sobrevivió encerrada esperando, ensayando sin prisa, a oscuras, interior de la tierra, esperando el momento de volver a volar. Escucho el aire, y cuanto tengo oportunidad, vuelo.
No viajo a sitios, vuelo a lugares, descubro almas, miradas, manos, miro a quiénes saben mirar, a quiénes ven, rodeados de fantasmas que ni saben respirar. 
Aprender a ver, es universal. 
Veo otros ojos que miran, extrañados de conocerme sin haberme visto nunca, rodeados muertos y desalmados, pero si cambias el filtro y pones SPAM, levitas sobre los gritos, los simples, las tripas, los pobres avariciosos de cosas que no guardarán en su otras vidas ni almas. 

Éso también se hereda, la justicia universal, leer la mezquindad del miedo, lo vi en otros ojos, tienen miedo a las represalias de lo que ellos mismos son, tan fáciles de distinguir, reconocen en tu alma almas conocidas, sienten pudor, al ser descubiertos por quiénes son, aunque por fuera no lo parezcan a los simples, lo saben, lo notan, notan tu pacífico ser, los miras y los ves, escondidos tras su alma de titiriteros, magos de Oz cobardes, tristes, desnudos, gritando para disimular, distraer sus miedos con la que castigaron a otros inocentes, únicos testigos o éso creían de la culpabilidad de sus miserias. 

Tic tac soy el tiempo 
Parte de las últimas miradas con las que jugaron los cobardes, sabiéndose impunes, como niños que queman hormigas con una lupa, están dentro de mi, silenciosas, observando divertidas.  
Veo al traidor que quiso juzgarlo, aún después de haber sido ayudado, porque la envidia es la admiración con caspa, estatuas de sal. 
Pasa el tiempo tic tac


No saben cómo, pero estás ahí, aquéllos que habitan en ti, tu presencia se hace fuerte, silenciosa, omnipresente. 
La ausencia de miedo te da paz, te hace fuerte. 
No son los ojos, es la mirada, reconocen ésa frecuencia, ésa manera de ver, es universal, somos la suma de todos aquéllos que miraron antes. Y por cómo se comportan, ellos mismos desvelan lo que hicieron cuándo pensaban que no había testigos, tanto lo cruel como lo bello, es una capa invisible que se siente imperceptible.

Por éso cuando viajo, no soy extraña en ningún sitio. Me reconocen de alguna manera, aunque seamos de razas o edades distintas, porque miro como ellos, y mientras a algunos les doy alivio, a otros les doy miedo, les recuerdo a otros. 
Soy A, como tantas otras, la viajera de almas, el pasajero del tiempo, la memoria y tras mi Mirada habrán otros ojos, donde habitaré, descansaré en sus ojos, depositada, retazo de la Suma de mis almas, se hallarán escondidas quizá, en otras perdidas, que una vez recordadas, reviven en mi, siempre, habitadas. Todas y cada una, de las energías concentradas. 
Las huellas de mis pies me esperan, orillas del Atlántico, junto a la sombra de aquélla hermosa joven y dura, que desconfiada, oteaba disimuladamente desde la falda del volcán a que cumpliera su caballero. Él llegó un jueves tres años después con una blanca sonrisa como bandera y un pedazo de tierra firme.
Y aquí estoy, preparando la maleta a aquél destino un viaje que comienza dentro de tres días desde hoy, piel a sus orillas, con los brazos abiertos.

3 ago 2020

Nombres trashumantes

Los nombres trashumantes 
Vagan por las memorias recientes
De las almas mordientes
Sin dientes

12 jul 2020

El diamante de la señora Doris

Esta historia es ficción, obviously, pero podría convertirse en realidad quién sabe jajaja. Lo he escrito deprisa y corriendo, porque me apetece tomar un café y se me ha ocurrido esta historia, así que si veis saltos de guión, o cambio de argumentación, os aguantáis, porque ha salido tal cual de la cabeza, realmente es una historia 3x1 podría llamarse:

EL DIAMANTE DE LA SEÑORA DORIS

Aquél día, Anita Mae esperaba su café en aquél ordinario lugar, el sol de la ciudad brillaba intensamente a través de las ventanas, de color amarillo pesado, aplastando la ciudad como la pátina de un hucvo  cuya yema era demasiado oscura para barnizar un bollito de pan blanco. Mientras aguardaba,  sin moverse ojeó los titulares de un periódico que estaba a su lado, en ese momento una ruda mano le arrancó la improvisada lectura de un plumazo sin pedir permiso, “que ordinario, como no”-pensó. Ése muchacho era un pobre diablo, uno de los cientos típicos musculosos provincianos, cargados de complejos y culpas, que se convertían en sebo una vez terminaran la ingesta de porquería que le dieran en sus gimnasios de barrio, cuyos deseos eran elementales, sus métodos directos y sus acciones meras ecuaciones simples.
Encorvándose sobre el mostrador agarró un trozo de bizcocho con sus manazas mientras reía estrepitosamente con la boca llena, ante la mirada admiradora de la estúpida camarera, ésas pobres que se enamoran de tipos como él nada más verles. ¿Sabes como son las cosas entre las chicas simples y los tipos musculosos, no? Bueno no es caro decir lo que todos saben, cuanto más simples son ellas, más se enamoran de esos imbéciles. Un gorila con cara de tonto y una impetnitente sonrisa babosa entre sus dientes, mientras ella contonea su risa a carcajada limpia enseñando los dientes con tanto pudor como inteligencia.
Cogió su café “take away” con la incesante sensación de querer cambiar pronto de paisaje visual y poder observar a gentes cuyo hilo mental no fuera transparente hasta para las amebas u organismos unicelulares.
Salió por la puerta en el momento que un silbido de supuesta admiración asqueroso le dió náuseas, “cuerpo” dijo el tontolaba, para disgusto de la chiquilla del tupé y los aretes, mientras le respondió sin mirar con el dedo portador de anillos, escapando de aquél lugar esperando encontrar un refugio para ella en cualquier otra parte del mundo, sospechando tal vez, que siempre habrá monos reidores en todos los rincones.

Más tarde en la comisaría del señor Gonsalvez.

-Pero...ella sólo estuvo aquí dos días.
-Fue tiempo suficiente para que tuviesen la misma idea, aunque sus maneras de enfocarlo fueran completamente diferentes, ella fue mas rápida, eso es todo.
-Pero... no, no comprendo no sabía que él era experto en ese juego, ¿cómo pudo haberlo intuído?
- No lo sé, él era un gorila, el típico chulo de gimnasio.
- ¿Y se lo llevó?
- Delante de sus narices, sin que nadie se diera cuenta, y eso que en los titulares ya anunciaron la noticia ayer, no sé cómo cayó, pero lo hizo, el diamante ya está muy lejos de aquí. No podemos hacer nada.
Mientras esperaba, formó en su mente las palabras de la explicación que daría del caso, quizá fuera el único hombre prudente de la ciudad, quizá el único sensato, de esos hombres callados. Ella sabía que lo encontraría allí después de tantos años, se sorpendió al verla, quizá ella lo leigiera simplemente porque era el más reservado de sus viejos amigos, basándose en la teoría de que sólo las personas de inteligencia media son habladoras, él siempre fue tímido, introvertido, y más con ella, que bajo su piel extrovertida ocultaba una doble capa para los que merecían la pena. Una persona callada, que se mantiene recluída con su voz, obedece a dos razones, posee una ran inteligencia y piensa demasiado; o tiene una inteligencia pobre y se limita a existir, ella quizá le eligiera porque era el inspector, por una vieja deuda, por los viejos tiempos, cuando jugaban juntos... eran tan solo unos críos.
Al fín y al cabo ella siempre tuvo mala suerte, no se lo merecía. A él no le costaba nada hacerse el loco un solo segundo de su vida. Si por casualidad muriera en el mar, “ahogada” y no encontraran su cuerpo, a los 5 años cobraría el seguro como esposo, que según en los papeles sigue siendo, con su nombre real, Anita Mae, te sigo queriendo, ya falta menos. No imaginé que cuando me contaste aquél cuento, añgún día lo hicieras realidad... siempre fuiste tan valiente.
-¿Gonsalvez?
-Si, al aparato.
- Ya lo tengo inspector, pero no le va  a gustar – se inclinó el inspector sobre el teléfono con una mueca parecida a una sonrisa- Primero insistiré en mi afirmación de que el tipo musculoso, el tal Jonnhy, es el autor material del robo. Segundo es cierto que no se conocían de nada anteriormente al encuentro, y tercero- inspiró profundamente- hora sé por qué lo hizo...
-¿Qué? especifíqueme por favor.
- Él no la conocía a ella, pero ella a él si, el fue el amante de una amiga suya, rubia, que terminó suicidándose por amor, quizá fuera una venganza. La tipa a la que estaba cortejando era un clon de la idiota de su amiga, y el robo fue la recompensa por dejar a toda su familia destrozada.
- ¿Y cómo sabe eso?¿sus antecednetes, digo?
- Bueno, el tal Jonhny no era la primera vez que lo hacía, enamorar a chicas de pueblo y robarlas, no solo el corazón, algún día se ternía que acabar su suerte, el diamante lo había robado recientemente de una casa adinerada en la que había hechos trabajos de jardinero, ganándose la confianza de la vieja, seguro que no sabía ni que esa pieza era única en el mundo. La vieja esa era millonaria, perdió una hija hacía años.
- Muy bien, y ¿qué hacemos con él?
-¿ël? no podemos soltarle. Todo saldrá como fue planeado. Él pagará por el suicidio de mi hija Ellie. más que por el robo del diamante.
- Gonsalvez colgó, recordando el tacto suave de la seda de su piel junto al mar, el barco esperando a su falso suicidio y la alegría de volver a verse tranquilos, después de tantos años.
Luego permaneció en el mismo lugar, esperando ver pasar a Jonhhny esposado delante de su puerta, mientras se fumaba un pitillo mentolado cerca de la ventana abierta, uno de esos pocos defectos, que ella le dijo que no perdiera.

25 jun 2020

El lapiceroo

Ha llegado el Lapiceroo, el lapicero del tiempooo, borrador de sueños, ideador de finales a medida, tragaldabas de insomnes despiertos, terror de los muertos...

Desatascamos y engrasamos ballestas, no se lo piense señora...

Afilamos hachas, enderezamos arcos, retocamos y boicoteamos cuerdas al vacío, reparamos teléfonos y máquinas del tiempo, rehabilitamos cromos, encuadernamos y adiestramos libros benditos o malditos (de éstos últimos cobramos suplemento por mordida) y  milagros de santitos. 

Vendemos paraguas abrazadores, tiempos malditos, vermuts al atardecer con amigos inventados que se desintegran al ocaso, navíos naufragados, esclavos sonrientes sin mordazas ni dientes, dulces amadas y nabos derrapados. 

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9 jun 2020

Soledad

Mi Balcón. Es una terraza. La ciudad a mis pies. Donde crecen flores de primavera.
Bajo un sol que intenta quemarlas.
Y un par de mariposas blancas.
Llevan un par de días intentando alojarse en mi nuevo hotel de insectos.
Están sentadas encima de su tejadillo
Sin saber cómo se llega.
Buscando refugio con las antenas.
Mientras aparece la tormenta.
Sus alas perecen.
Sin darse cuenta siquiera
Dónde están.

4 may 2020

Alas de Hierro 4



"La gran Taberna llamada "Gran Mesón" y la Liga de pescadores"

Al lado del tercer castillo viejo, el único que mantenía su fortaleza de cañones en pie, quedaba una mina milenaria, una letanía oxidada que traía recuerdos recientes de baños romanos en balnearios de pudientes, de comercios, casas construidas con piedras o maderas de viejas barcazas fenicias y Titánicos estucos  Mediterráneos arribadas tras las tormentas de la mar.
Donde la flor y nata de cada era, se escondía detrás de cada casa, de cada esquina en sombra de aquella regia escombrera.

Generaciones de monjes guerreros, oasis apartado de ojos púnicos, caladero de combatientes, brebaje en la "antigua Convalecencia" de convalecientes, bahía escondida de aguas profundas donde regalaban presencias discretas los Segundos de a bordo, ministros en barbecho y el intercambio de patentes de corso, ganadas o perdidas a las "naipes heridas", modo murciero dónde era fácil meter el dos de bastos par sacar el as de oros.

En este Gran Mesón u hornada, recalaba lo mejor de cada casa: huídos de palacio o paredón, a tal o cuál, al fin y al cabo lo mismo son.
Entre tantas idas y venidas de tantas gentes , la organización del sitio se permutaba entre los asistentes de los ausentes, ligas de marineros, mineros y vecinos que tomaban decisiones entre juntas de carros, Correos postales, mesoneros, ultramarinos y asistentes.

Los horarios eran regulados por la campana de la iglesia Santiago Apóstol, coronada por una esfera inmensa de hierro, cuyos tañidos de cobre regulaba la cronología de los vecinos.
Dónde las ovejas merinas pastaban a la vista de los comerciantes, vigilantes entre los pastos de monte y las rutas de las almadrabas.

26 abr 2020

Alas de hierro 3


Capítulo 3
"El pueblo minero"

No cerca de la capital, existía un lugar pequeño de gran pero desconocida memoria como todo pueblo marinero que va de la mar hasta la gloria, era otro más de los capítulos ausentes de la Historia.

En él había una calle mayor, con su botica y tienda de ultramarinos, con sus jalonadas puertas de envergadura, su estructura de madera pegada a la pared que llegaba hasta el techo,  tras el mostrador se veía tamaña hazaña de ebanistería, lleno de cajones, estaño y ventanucos, donde objetos ya antiguos recibían olvidados su ausente sepultura entre tarros vidriados y redes de cuentas pendientes o viejas judicaturas.
Registros marineros en cuyos nudos encordados, se escribían como en un pentagrama las aburridas historias de singladuras, los aires de puerto y garra y cómo no, de los amores entre mamelucos y sirenas de sal, donde aún queda registro de sus huellas en los cabellos rizados de los descendientes de aquéllos marinos ausentes pero no olvidados.

Beatriz alumna, amiga y observante en prácticas de los Monerri, que le iban a introducir en las tradicionales costumbres navieras, pues su fortuna tuvo su origen por la pericia de sus construcciones, recibió una lección en su vida que jamás iría a olvidar: "Tempus fugit", rezaba el reloj de sol dónde añadía en latín: "todas las horas hieren, la última mata".

No hay dos sin tres, ni lección de vino "cristiano" que no esté en parte aguado.

Los mares con sus brillos de hojalata en la espumas,  prometían futuras vertientes de Occidentes para sordos e invidentes, lecciones de vida futuras, otrora aquí otrora ausentes.
Las vidas pendientes, de almas perdidas, de dementes, de locos y videntes, de inmensas fortunas imprudentes, de pingüinos, de focas sirenas y lenguas de lava recientes.

La vida, era aquí, un recuerdo de sal, entre capas coloreadas entre un sustrato monumental.

Beatriz, ausente descubre un hecho, una capa oscura, de una tierra lejana, una copa de aval, un cantar que escuchó a un viajero no más de una semana.

Le preguntó sobre las Musas, como quién pregunta a un ermitaño por las suertes de su viaje, a lo que él contestó con diferentes voces ora broncas, ora aflautadas:

"Erato, en pie
iniciando un paso de danza
tocando la lira
También coronada con las flores de Venus
portando un bordón y la cítara
Porque el amor del Saber produjo las Ciencias
y así Apolonio la invoca para cantar amores;
la fingían tocando con el plectro y dedos
el salterio de nueve cuerdas,
que era largo y diferente
Ante Memoria, el cuerpo de Polimnia
envuelta en su manto, actitud meditabunda
apoya un pie sobre una roca
le recuerda empezase a cantar
cosas superiores a su esfera,
susurra a la oreja de Apolo
el soberbio, recordándole,
ahora ya, trayéndole a la memoria
que era pastor nada más
así se acordase de su estado;
y dijo a sus lejanos oídos
conjurado contra Zeus
convertido tan solo
en simple rutina mortal"

Ella impaciente, le espetó algo dellas. Pues no le había dicho cosa ninguna.
A lo que el viajero, requerido, acostumbrado a divagar, preguntó:
- "¿Qué soñaste?
-" Cuanto más cerca he estado del placer
más lejos me he sentido de la muerte y su universo gélido
Tanta luminosidad lunar que me tiendo, cuerpo, a sus orillas." - susurró Beatriz. 

El viejo, divertido, empezó entonces a entonar una antigua cancioncilla griega:

"... Y dijeron las musas
(recuerdo difuminándose en mi oído sus palabras templadas, sus vestidos ligeros y los cabellos al viento):

“¡Pastores!, que pasáis la vida en los campos al aire libre, ¡sois el oprobio de los pueblos, pues no sois más que vientre! Nosotras en cambio, sabemos cantar mil verosímiles ficciones y también, cuando nos viene el deseo, ensalzar la verdad”

... al menos éso decían las Musas
ligeras de vísceras, entonces ve, camina hacia allá dónde te reclamen los pies del corazón buscando su surco azul aguamarino""

Beatriz entonces volvió corriendo a la casa. 
Se acordó ahora, pues también los primeros truenos de las lluvias de verano, empezaron a sonar. 
Mientras pálida de la impresión cerraba los viejos portones de la casa, las palabras del viajero ululaban aún en su cabeza, presagiando, tal vez, nuevas vías de su destino. 


15 abr 2020

Microcuentos


Reía, bebía y hacía el amor como un plebeyo.

Un hortelano sin más horizonte,
que el sol y la visión infinita de los campos.

Por eso era un rey.

12 abr 2020

Alas de hierro 2


"El gran viaje"

Cómo todos los preparativos, especialmente cuándo se procedían en secreto, Beatriz tenía un problema importante cuya gestión estaba a punto de finalizar después de tres largos, a la par que escuetos años, triste ironía.
Necesitaba una nave.
Un barco si, parecería sencillo en su caso teniendo a su proceder algunos de los mejores capitanes en su familia de la Armada.

Y ahí radicaba el misterio, no debía ser de los suyos, un barco extranjero mercante o de paseo, lo suficientemente fuerte como para poder visitar alguna isla lejana.
Uno que no fuera de los suyos, un sin bandera, un adalid de turco. El secretamente suyo.

Una linda frontera que le sacara y en secreto de su mundo, con la excusa de un viaje balsámico medicinal.
Llevaba varios meses tomando vinagre para aumentar la palidez y ceniza mezclada con polvos de talco para las ojeras. Un viejo truco que de tan utilizado, debía ser sutil y certero. Pues las vigilancias entre las más jóvenes de las familias especialmente, solían ser lo habitual.

Solía suspirar en público y tener ausencias de sí en ligeros desmayos, para no levantar sospechas.
Su primo Felipe cómo buen avalista de la gran Armada, tenía una flota bien instaurada, en la que todos sabemos siempre salen un par de barcos a los que llaman "vinos cristianos" ésto es "aguados" por lo del truco mesonero de bautizarlos con agua, cuándo la soldadesca ya ebria, pierde el sabor pero no la textura, saliendo "deshonrosos" de las armaduras estructurales, pero más baratos.

Problemas que para otros pueden ser abisales o  de gran envergadura si no se  tienen los conocimientos y los contactos adecuados.
Cuándo la estructura ósea traza de maderas y Fierro, sólo un buen testaferro puede agrandar o reducir tamaña singladura.
Orestes el primo hermano, era experto en desenredar entuertos de apuestas, de mujeres, de pies rápidos, espadas cortas o tiros de ballestas.
Ni qué decir que la huida natural después de un historial de refriegas y maridos cabreados, era el mar, de armadas y singladuras puras, parte de su genética y también, por qué no, de una cultura excesa, valiente e intensa. 

Cómo buen organizador nato le conocían, de todo el mundo hasta el Tato: suburbios, puertas traseras de correncías, sainetes y corrientes varias.

Aunque nadie diera un maravedí por la inocencia de sus palabras, sin embargo era un tipo honesto.
De la antigua honorabilidad entre cómplices ladrones: si no te cuelo, no me cueles, si no me tocas, no te toco. ¡Ay! Pero no te agaches si te invoco, porque muera cuerdo y viva loco.
Experto en mares bravíos y afluentes, entre ricos, armadores, comandantes y corrientes, el primo era experto en navegar, por gusto, contra quién y a contra corriente.

Marmitako

Quelindddolocopoemaarrroto
Quebrraddoporlaintensidad
delapenumbralocayenamorrada
Quebellasuenalacarcajada
Delcuerdolocoylaalegrecampanada
Quésuavesalboradasseperdióeldestino
Cuándoequivocaynocruza
Enloscrucesdecaminos
Quélindadudaybesosperdidos
Cuándonodevoraycruje
Nuestrospropioslatidos

13 ene 2020

Alas de Hierro

Ésto lo escribí éste verano en la casa de mi amiga Monerri, en la bahía de Portman.

Un lugar dónde puedes inspirarte y empezar a escribir del tirón en 15 minutos lo primero que se te pasa por lo cabeza. En ésos minutos me surgió una idea.

ALAS DE HIERRO

Capítulo 1

"Castillos en el puerto, el olor de madera del sicomoro"

Como bien era predecible, el olor de las cocinas le recordaba los destinos de las infancias soleadas, familias olvidadas y los rincones secretos dónde quedaban los espacios vacíos de los amores contrariados.

Una lenta partida de cartas se alborozaba distraída a la izquierda del portón, se oía el lento respirar del venezolano José y de su tío Ernesto el Escribano, que empezaban a notar los efectos de las copiosas comidas en aquellas calurosas tardes a refugio del sotavento.

La madera del sicomoro se estaba agrietando, tantos años expuesta había conseguido al fin el aspecto ajado que las lluvias de otoño no consiguieron abatir.

Bajo aquella madera dorada tres generaciones de Castillos habían conseguido anclar los puertos a sus barcos, pese a la incandescente sangre de sus inquilinos.

Beatriz no iba a ser menos. Ya percibía nada más entrar la penumbra del aire pesado de las primeras horas del estío. Rozó su brazalera de plata que le regaló la abuela, colocada encima de la manga para no quemarse, y como siempre le proporcionó un ligero alivio. Un amuleto naval, un atajo de tierra entre las tormentas.

Pero poco cambia la suerte entre aquellos que pierden los sueños por la sobriedad de identidades añejas y la impertinencia temeraria de los  nuevos destinos.

Aquella madera de sicomoro, aún no lo sabía, sería el último recuerdo tranquilo que tendría antes de volver a tocar tierra firme muchos años después.

Los alfeñiques aguardaban en el cofrecillo, ansiosos de sal, como si supieran que su embarque estuviera próximo a llegar.

La pulsera de viajes heredado desde sabe Dios cuándo, insistía en recordar a la abuela Doña Fernanda, con aquél engarzado denso de plata vieja, santos, símbolos y monedas, que  resumía en el sueño de su entramado los cientos de arbotantes y poleas, de sueños y de peleas, de tabernas de lagartos, de pulseras de amuletos, de vírgenes y de bocetos, éste viejo amuleto utilizado con sus añadidos las españolas de su familia en sus aventuras marítimas ultramarinos, tenía cargada la energía de aquellos éxitos, promesas y rezos de mil tormentas lejanas.

"La Eunuca" aquella brazalera y el olor de la madera del viejo sicomoro, era todo el salvavidas que necesitaba la nieta del Mercader para echarse a la mar."