
Fué un momento una imagen
un recuerdo
un soplo en papel de cebolla
una imagen asomada a la olla
Le ví en un catamarán
hijo de un capitán
un sueño de gitano
apoyado en el timón
de la canción
de donde come mi mano
Blog sobre cosas que pasan en la vida cuando eres un gato. Soy la gata Flora que aflora y somos tantas en una sola, que ni lloran
Adiós. Os veo y me pregunto. Dónde está el pez de plata, que me llevó desde Quito a Sagunto.
A Diós, minidiosa plateada, porosa, fermentada, japonesita linda, escarmentada.A esa linda virgencita de mi portada, mil veces de las flores floreada.
Adiós casa de madera y papel tornasolado. Callejón del meón del Budita Santón.
Porquessinno, cerdito como no hay. Clay, que se asusta de todo lo que más me gusta. Y adiós a aquellos, tan bellos, que me dieron en mi jardín un dulce colorín. Chín!Chín!
Y me fuí de Japón, con mi arpón.
Y fuíme recomponiendo, pues acabaría siendo como aquél que persiguió a la Ballena Blanca.
Aquí empezó una búsqueda, un cambio, una rueda de recambio, un caballito de oro mestizo, un establo, un precipicio. Terminé una vida de las siete, que demostré no eran tales, gatunas, sino unas, mucho más mortales.
¿Por qué pelean?
Porque hornean. El calor les está subiendo.
La dicha y el éxito les está venciendo. El Honor de ser el Mejor.
¿Y eso para qué vale?
-Fuera de aquí gatos- No comprendéis nada.
Otra vez fuera de otro círculo de entendidos, mi mamá en España fué amiga de un toro en los toriles, eso fué por los Madriles, en unos Abriles.Nadie la comprendió.
Murió con orgullo y valor, siendo el mejor.
¿Entonces quiénes se quedan? le pregunté a mi madre.
Nos quedan los Abriles, hija.
La memoria perdida del tiempo arenoso y terroso, que borra lo bueno y deja lo horroroso. La melancolía de haber sido, un día. Hija mía, recuerda el tono de la poesía aunque la letra cambie cada día.
Un día de final de verano, murió el anciano rey de los vinos, habitaba en un cuerpo la de vieja pelleja, la de sabiduría de alteza.
Mi reina, mi vieja, mi sabia.
Murió de madrugada si apenas decirnos nada.
Mi anciana dejó su aliento sin descontento.
Un suspiro de hada en la nada. Callada.
La vieja hada de la nada domaba a los perros viejos con su mirada. Su tierna pata complaciente, iba de diente en diente, a todos comía, a todos servía un poquito de la vida, de la vasija de barro sacó lo mejor de cada guarro, y todos asentían felices sus óptimas directrices.
Ese verano fué invierno para todos, los blancos los negros los gitanos los perros.
Domesticó a una paloma con su mirada embobada, de haba lavada.
Limpia y pura se fué a la sepultura.
Buenas noches, criatura.
Y llegó a mi, nadando, visualizando cada momento del hada.
Veo a mi ama, escarmentada, donde había dolor ya no siente nada- ven, pez de mi camada- no te veo desde la última vez.
¿Qué pasa? pregunto despistada, ¿ vino el hada de cabellos negros, junto al pescado más bello?.
Fuí la flor del agua escamada, y véme ahora recuperada, los peces se amontononan en mi alborada, pero sólo este pescado es mi manzana.
Ya vés, cuando desperté sentí haber dormido ó soñido algo extraño y bello. Un destello me llegó del arroyo fino, vislumbré un rayo plateado y rojo como el vino. ¿Sería el pescado del veraniego lino?
Sin desatino, creo haber visto algo de madrugada, ya no sé si lo soñé, fué algo o no fué nada. En fin cosas de la alborada, preguntaré a mi ama, pues ahora la veo, acalorada, no lo esperaba.
En un callejón de Japón, una gata Flora vivía y dormía, y entretetanta sinfonía, nadie entiende la progresía.
Gata corriente y moliente, si me abrumas te diré que es posible que le falte un diente, una gata insatisfecha de la vida tan deshecha.
Sin ofender añadir, que esta gata tiene mala pata, muchos dicho sobre ella se dijeron, más no se cumplieron, os esclareceré la auténtica historia de la Gata, sin Gataflorismos de aquél gato argentino, que vino, devino, y sin tanto tino, derramó mi nobre en el vino, porque no quise su desatino. Ahh! Suspiros de una gata a la que se trata con tanta injundia y mala cata. Sigh!
Ni vieja y maltrecha soy, ni bizca ni mal tipo tengo, tampoco soy de rango abolengo, eso si cariñosa como siempre, con el cariño de las viejas chusqueras del callejón, que en su juventud, sus hermosas carnes vendieron y con el tiempo quisieron sin porqués, amor amargo como el chocolate negro, y negro como el amor amargo.
Soy la gata Flora y tantas cosas ví, que afloran.
Y somos tantas gatas en una sola,
que ni gritan si se la meten,
ni si se la sacan lloran.