En un callejón de Japón, una gata Flora vivía y dormía, y entretetanta sinfonía, nadie entiende la progresía.
Gata corriente y moliente, si me abrumas te diré que es posible que le falte un diente, una gata insatisfecha de la vida tan deshecha.
Sin ofender añadir, que esta gata tiene mala pata, muchos dicho sobre ella se dijeron, más no se cumplieron, os esclareceré la auténtica historia de la Gata, sin Gataflorismos de aquél gato argentino, que vino, devino, y sin tanto tino, derramó mi nobre en el vino, porque no quise su desatino. Ahh! Suspiros de una gata a la que se trata con tanta injundia y mala cata. Sigh!
Ni vieja y maltrecha soy, ni bizca ni mal tipo tengo, tampoco soy de rango abolengo, eso si cariñosa como siempre, con el cariño de las viejas chusqueras del callejón, que en su juventud, sus hermosas carnes vendieron y con el tiempo quisieron sin porqués, amor amargo como el chocolate negro, y negro como el amor amargo.
Soy la gata Flora y tantas cosas ví, que afloran.
Y somos tantas gatas en una sola,
que ni gritan si se la meten,
ni si se la sacan lloran.
Pardiéz! Que buen consejo me diere, esta mañana, fuí y saliere.
ResponderEliminar¿Y qué me encontrere?
La luz del día, que salía con mi sandía.
Buena cuenta le dí, no creyera, y cual fuera mi sorpresa, con esas me encuentro, y gato me saliere!, y no era, gato, pareciere, era lince, lince que bien pudiere, hacerme un saludo, si quisiere.
Lince Dersú, sin censú - ra, os saludiere la gata Flora, la flora, florere.