Y me fuí de Japón, con mi arpón.
Y fuíme recomponiendo, pues acabaría siendo como aquél que persiguió a la Ballena Blanca.
Aquí empezó una búsqueda, un cambio, una rueda de recambio, un caballito de oro mestizo, un establo, un precipicio. Terminé una vida de las siete, que demostré no eran tales, gatunas, sino unas, mucho más mortales.
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