10 oct 2008

ESCÁNDALO EN LA CAMPIÑA MURCIANA - I - 1ª Parte


CAPÍTULO PRIMERO
Primera parte

¿Le recogemos los limoneros o le podamos el seto, señor?...
Un capataz de mediana edad, manos zafias, callosas y cara tiznada sonrió a Mr. Dimbleby, con aire cansado y tono suplicante, a través de la valla de la puerta del jardín.
- Cariño, ni pensarlo – exclamó Mis Dimbleby, susurrándole discretamente con la mirada clavada en él – y además escucha bien, no quiero que esta gente ronde por casa.
- Lo siento caballeros, creo que éste no es un buen momento.
El resignado hombre, comprobando la nula aceptación de sus servicios, emprendió la retirada con su cuadrilla, al cerrar la puerta del jardín, dijo sin miramientos:
- ¡Cagondió! Si ya te lo dije yo Asensio, éstos guiris están apollonaos.
Y Asensio, que aún siendo más joven que él, el señor le dio la gracia de la razón sin el trámite del enfrentamiento, además de arrobas de prudencia, respondió:
- Te lo dije yo, cuñao, están enciscaos con sus propios mandaos. Ámonos cá la Juani, que nos tiene preparaos unos caldicos con pelotas, para engañar al estómago, que ya no son horas de andar pá fuera la calle, después la panzá andar que nos hemos metío buscando pésoles que echar pá la saca, que son tiempos jodíos y estámos ya baldaos. Ámos anda a nuestra casa que ya está todo bien andao. Y en las lejas nos hemos dejao apañaos un puñao de habicas tiernas y un vinico jumillano, pa el aperitivo. Que hace ya hambre y mucho rato que no hemos comío ná, y ya quedó bien lejos el almuerzo.
La cuadrilla marchó calle abajo, cantando en sus mentes aquello de “Mal dolor te dé el demonio” con eso de que en tiempos difíciles, tampoco estaban por los estiramientos y sobriedades de los ingleses residentes en las urbanizaciones privadas de la zona.

El vecino y amigo de los Dimbleby, Richard Fawkes, allí presente, era un hombre menudo, de cierta edad, cabeza redonda como una sandía, y cejas enarcando unos ojos de huevo, que le daban un aire circunspecto de perenne perplejidad, firmados por un ridículo bigotillo rubio, ya pasado de moda en los tiempos que corren.
- ¡Muy bien Graham! – comentó - ha sido fiel a sus principios. ¡Le felicito!
-¡El día de la Hispanidad, la gente tiene mucho tiempo libre, es un buen pretexto para buscar trabajos de campo de cuadrillas por las huertas y jardines! Muy propio de los españoles ¿no cree?, no respetar ni sus propias tradiciones.
- Discrepo de su opinión, éstas tradiciones son universalmente interesantes – repuso la señorita Villaluenga, no en vano aún teniendo una educación inglesa, era española de nacimiento - se siguen celebrando mucho tiempo después de que hayan olvidado lo que conmemoran y a quién lo hacen, un pretexto excelente para recuperar lo que representa. Quizá esta gente tenga cosas más prioritarias en las que pensar.
El señor Fawkes estuvo de acuerdo.
Repuso Mr. Dimbleby.
- Aún así, supongo que la mayoría de ellos ignora realmente lo que representa, y dudo que tengan la más mínima curiosidad sobre sus orígenes.
- Bueno señores, creo que es hora de marcharnos, realmente querida ha sido un placer, su puddding estaba realmente delicioso. Ciertamente muchas personas dirían que es usted un referente excelente de la gastronomía británica en esta Región. Sí señor.
- Oh Richard, usted siempre tan galanteador, va a hacerme sonrojar.
Querida, venga cuando desee, ya sabe que en esta casa siempre habrá una taza de té para una compañía tan deliciosa como la suya.

Dejaron la casa de los Dimbleby, adentrándose en la calle principal y en la relativa tranquilidad de sus hermosos jardines, que circundaban una suerte de casas unifamiliares de piedra y madera, de un bonito estilo antiguo y colonial. 
Rodearon la zona residencial dando un paseo en dirección a la casa de Claire.
Mientras caminaban, oían de vez en cuando las detonaciones de los petardos y los cohetes, servidos por el concejo de fiestas local de la pedanía, que seguían estallando mientras una lluvia de colores inundaba periódicamente el cielo.
- Mmm, Vaya. Sería una estupenda noche para robar o asesinar a alguien, ¿no cree?
Observó Mr. Fawkes con interés profesional, no en vano había sido inspector de policía, abandonando sus estudios de medicina para seguir la misma profesión de su padre, y ejerció durante muchos años en su tierra natal, Leicester – en una noche como esta , las gentes están entretenidas, nadie atendería la puerta principal ni escucharía un disparo.
- Vaya, es cierto, siempre me ha extrañado que los criminales no aprovechen este tipo de circunstancias- comentó Claire Villaluenga.
- ¿Sabe una cosa Claire? Me parece tan exquisitamente observadora, que algunas veces desearía poder ver que usted cometiese un crimen, aunque fuera para ver cómo lo haría.
- Oh por Diós, no diga eso. Además querido, si cometiera un crimen usted sería el último en saberlo, ni siquiera sospecharía que habría sido yo.
- Pues me pica la curiosidad de saber cómo conseguiría engañarme, pero no dejo de pensar que considerar que no pudiera descubrirla es de orgullosa extremo, ¿no cree?.
Eso la hace más interesante y misteriosa. No me extraña que los caballeros tengan miedo y fascinación de usted.
Añadió en tono indulgente y piropeador.
- Créame si le digo que no es tan difícil, los criminales suelen pecar de un exceso de desconfianza, que antes o después termina por traicionarlos.
- Bueno querida, ya hemos llegado. Que tenga una buena noche y espero poder verla en breve, pues ha sido una velada muy agradable. 


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A la mañana siguiente sonó el teléfono de Claire Villaluenga.
-¿Diga?
- ¿Miss Villaluenga?
- Si, soy yo ¿qué desea?
- Le habla Richard ¿recuerda que ayer noche la acompañé a su casa, y que hablamos de lo sencillo que resultaría matar a una persona en medio de ésas circunstancias?
- Desde luego.
- Pues bien, ha ocurrido algo, ha habido un extraño suicidio en la zona residencial, cerca de la casa de los Dimbleby. Se trata de un hacendado rico murciano de la zona, casado tres veces y viudo la última de ellas. Hay algo raro en todo esto. ¿Le gustaría acompañarme?
- Perdóneme Richard, tengo una pregunta. ¿Es corriente aquí enviarle a Ud. ya retirado a este tipo de eventualidades? 
- Como siempre querida amiga es Ud. muy sagaz. No… no es habitual, pero el médico forense que investiga el caso es amigo mío, y me ha pedido mi opinión al respecto, habida cuenta los años de experiencia que tengo sobre mis espaldas, pues no se fía mucho tampoco de la policía local, al ser un tipo muy poderoso en la provincia, necesita un observador más imparcial. Entonces ¿me acompaña?
- Por supuesto, amigo mío. No me perdería una ocasión semejante por nada del mundo.


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7 comentarios :

  1. Este es un pseudoexperimento que estoy haciendo para hacer rodaje.
    Vamos a ver cómo termina esto.
    Porque la paciencia no es precisamente mi mayor virtud.

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  2. Vamos a ver.

    De momento pinta bien.

    Besos.

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  3. Muy bueno.
    Me ha gustado ese juego de palabras que has usado.. si..


    Abrazos.

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  4. Podar el seto. Vivan los eufemismos.

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  5. Ya era hora que empezaras Almatinica... Ridiós, yo no m´habria isprisao mellor en mi mesmica maera d´hablar.

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  6. Gracias Toro, agradezco tu confianza.
    Vaya Pier, pensé que nadie se daría cuenta jeje
    Eufemismos semos y en el suelo nos veremos, creo que podar es políticamente correcto.
    Aunque agradecería sugerencias a los locales, porque el panocho no es mi fuerte, aunque tengo curiosidad antropológica por su morfología cuasi física, vista desde el lado popular sin perder su dignidad.

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  7. Buen planteamiento, Almatina. A ver cómo sigue esto. De momento, como murciana en ejercicio pero siempre ausente, me he "engloriao"con la conversación panocha de los aspirantes a peones. Junto al jumilla y las habicas, puede que un trozo de atún de "hijá" hubiera venido bien.
    Te felicito y sé que todo seguirá bien, paisana.
    Besicos...

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