Durmiendo en la penumbra de las dunas
entre cortinas de agua en las alacenas
acunada y protegida
sueño
envite al mar de la luna llena
como una blanca sandía
rellena de azucenas
Le diré al Kraken asustado
me retiro al camino mojado
de la orilla del río
Si me sigues acalorado
que no tire de ti ni te arroje medusas
es posible que te reconozca
por las hojas de lira tal vez parduzcas
no le gustan las corrientes cálidas de julio
se refugia en el fresco abismo
a la sombra de la piedra
Al final de la tarde apareceré entera
entre atardeceres de vinos rojos
de copas de confesiones
y respetuosas mareas.
Besos de amaneceres
de largas sobremesas
y abrazos frescos
bajo las siestas de enredaderas
de aguas limpias
y de intercambios
miradas cómplices
de pareceres
libres y sin recambios.
La luna, el cauce del río y el sol en su cénit son testigos del deseo de las miradas furtivas, del anhelo de piel y de las sonrisas.
ResponderEliminarVuelve el pasado que yo había prohibido evocar a mi memoria.
Un beso.
A veces las prohibiciones son las contraindicaciones que más deseo
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