Era flecha mortal y se hizo vida.
Era veneno y se tornó poción.
Por más que huímos de la elección
la vida se hizo sueño
y del sueño una canción
y entre las letras de las notas
del estribillo
construimos un pasillo
de redención,
a cuentagotas.
Nos hicimos un collar
de pentagramas
corcheas de sal
entre corazones cosidos
por vísceras de mal.
Y de las venas latientes
potentes rugidos, salieron los latidos
a encuentros pendientes,
los escondidos.
Tiempo de penitentes
angelillos, redentores y combatientes.
Ulises conversos regresados
antihéroes conservados
a los jardines prohibidos
de los enamorados.
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