Sobre su piel borrosa,
Cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Jaime Gil de Biedma,
FLIRTEOS FALLIDOS
Entrar en
los mercados viejos siempre es un paseo, una liberación, una sensación de alegría
y caos que me invade, incluso cuando viajo, siempre encuentro un hueco para
poder escaparme a algún mercado de puestos, ya sea callejero o en edificio, me
encanta esa mezcla de olores, de ruidos, de perderse como en n bazar lleno de
sensaciones diferentes. Siempre me sorprende, divierte y tonifica. soy una gran
habitual.
Percibo el
habitual barullo de movimiento que me reconforta, a pesar del ajetreo, no suelo
comprar en los primeros puestos, me interno entre los puestos mas por inercia
que por creencia. Siempre me decanto por alguna mujer mayor con adornos en a
cabeza o algún delantal impecable de esos de puntillas y manos limpias, con
esas miradas de cansancio que atienden rápido y bien.
No hay
mucha gente entre semana, suelo ojear rápido y pregunto quien es el último.
así que me
pongo a esas raras colas que se forman que no son del todo en línea recta, hay
como “capas” en las que no te debes internar hasta que te toque.
Como suele
ocurrir en estos casos, intento pasar desapercibida, tengo la habilidad de que
la gente se pone a hablar conmigo de casi cualquier cosa, inspiro confianza y
eso no me hace mucha gracia, porque en el fondo, a pesar de mi
hipersociabilidad. y la alta sobre exposición pública desde que empecé en el
teatro profesional a los 7 años, me han hecho mas reservada con mi lado
interno.
Viene
alguien pregunta quien es el ultimo y le hago un gesto con la cabeza, el tipo sonríe
y noto que me miran de lado.
Me dedico
al análisis de perfiles, pero no hay que ser muy listo para darse cuenta cuando
alguien esta en radar buscando conexión.
Mientras la
mayor parte de la gente se siente adulada y agradecida, a mi me produce sensación
de desconcierto, me refugio en mi misma, e intento “desaparecer” emulando al
actor de Hierro 3, que si no la habéis visto, la deberíais ver. Por supuesto no
lo consigo, para tormento de mi hermana, tengo la rara habilidad de llegar y se nota fuertemente mi presencia, aunque
llevara la capa de invisibilidad de Harry Potter, estoy convencida que la gente
sabría donde estoy, he llegado a la conclusión que es una cuestión de energía,
me sobra energía latente, como si se alimentara del oxigeno, así que intento
hacer meditación para pasar desapercibida con mas o menos suerte.
Este ultimo
tipo es muy guapo, esta detrás de mi, de lado, tendrá cuarenta y pocos, es
alto, tendrá el pelo oscuro y con melena corta, como despuntada de aquellos que
pasan por la ducha, salen a la calle y parece que se han pasado horas dándole
un look desenfadado, estos no, estos tienen esa habilidad de ser los originales
que tantas marcas copian. Parece felizmente distraído, me mira medio sonriente,
y me enfurece porque se da cuenta que quiero meterme dentro de mi cuello y
desaparecer, se sabe que me da pudor y se siente alegremente observador, cosa
que me da vergüenza y una curiosa sensación de desprotección ofendida. Esta
claro que es español, pero no de por aquí, tiene un elegante y discreto perfil.
Vise de manera informal, una camisa blanca y unos pantalones grises arrugados,
como el que quiere ir cómodo por la vida, tiene poca ropa pero de calidad, y no
se molesta mucho en aparentar. Imagino que es Freelance, fotógrafo o chef, no tiene que demostrar
nada cara al publico.
Miro
alrededor y veo una mayoría de señoras, alguna de mediana edad, veo en sus ojos
que están fantaseando con el, una de ellas estaba mirando sus manos, e imagino
lo que debe estar pensando porque se sonríe picarona, me da un poco de pereza y
hastío esas actitudes, las veo tan frustradas, tan decorosas, haciendo siempre
lo que se esperaba de ellas, y metiendo su vida en un servicio de 24 hrs. engañadas
por la culpabilidad de querer ser lo perfectas, maravillosas, sumisas y guapas que se espera de ellas, están las
beatas de botón cerrado que se giran con descaro con la seguridad de estar
fuera de mercado y no tener nada que perder, veo a las jovencitas y sus sonrisillas descaradas, con vestidos
modernos de colores imposibles, jugando con sus coloreados monederos nerviosas
con las manos, fantaseando como lo hace las viejas, pero con descaro. Otra de
mediana de edad, de las que no saben si son demasiado jóvenes para ser vieja y
demasiado ara ser joven, lo mira un par de veces de reojo, quizá fue una
persona alegre en su otra vida, será divorciada de algún desgraciado HP que le habrá
arruinado la existencia, y amargado la esencia del amor, quizá tenga algún
hijo. No tiene un gesto amable en su cara, quizá hace muchas noches que perdió
la esperanza. Noto un ligero acercamiento y me retiro como el que le da un
calambre., todas de repente me miran, acaban de notar mi presencia y se ponen
tensas. Se ve que esta acostumbrado, porque mira con los ojos del que no puede
hacer nada para impedirlo. Y entonces definitivamente entrecierro los ojos y
espero que pase mi turno lo mas rápidamente posible, me siento incomoda en esas
situaciones de gallinas buscando gallo.
Parece que
se ha dado cuenta que no formo parte del gallinero ni de su publico, y en lugar
de ponerse airoso, parece que percibe mi inquietud y se separa un poco, ahora
intentando pasar desapercibido, eso me tranquiliza, ya no tengo que lidiar con
un chulo o con un brasas. Como parece que esto va lento, ya lo miro de reojo
con mas curiosidad que inquietud, tiene una vida serena, sosegada, que compra
en mercados de abastos cerca de su casa, como debería hacerse con las tiendas
de barrio, se nota que le gusta cocinar para el, con buena música y una copa de
vino, no tiene la prisa del que viene mandado por un recado de la parienta ni
su cara de resignado. No lleva reloj, pulseras, collares, ni anillos, es
natural, sin adornos, de las gentes sencillas que disfrutan la vida sin
complicaciones, por eso creo que tiene una profesión que va por libre, no sufre
de la angustia del paro, ni de la falta de tiempo, y se nota que no tiene
grandes gastos en cosas superfluas.
Me toca a
mi, como siempre, me he tomado mi tiempo en saber lo que hay, el color y la
textura de como podría quedar, y cuando llego la vieja me atiende con la frialdad y la desidia de ser el numero 1332 del día, así
que le hablo amable. con voz suave y segura y le sonrío, me despacha con
eficiencia del que sabe reconocer un cliente al que no “se la meten dobla”, y
veo el interés de este chico, me pregunta si lo que elegido ya lo había probado
alguna vez, le digo que si, me
dice que le sale muy bueno el lomo de orza, le pone un poco de sal gorda,
pimienta y un chorrito de aceite oliva, y no hace falta mucho mas. Me sorprende
ver que la vendedora lo saluda sonriendo, como el que ha saludado a un viejo
amigo, y parece que su intervención divina, hace que no me intente meter los
restos de serie de la señora anterior.
Noto que
esta intentado impresionarme de manera delicada para que no me asuste, como
cuando di un brinco cuando se acerco. Nada me seduce mas que un hombre que
cocine bien, esas personas serenas y sensatas, que guardan equilibrio entre el
detalle de satisfacer a los suyos, y el de tener la curiosidad de aprender y
conseguir una satisfacción general.
Me trae
viejos recuerdos que quise olvidar, de dulces placeres, de experimentados
amantes, atentos y seductores, cuyos besos saben a canela y su piel a madera.
Nota que me
he quedado pensativa, retrocedo un poco y busco el monedero, se gira
“descuidadamente” y en se momento asoma una punta de tatuaje exótico bajo la
manga de la camisa remangada, vestigio de grandes viajes y otroras historias.
Mientras
una gran mayoría de mujeres lo ven blanco y en botella y pasan a la acción
seductora, yo me bloqueo y me doy cuenta que no quiero recordar mas cosas, ni
mas viajes. De pronto cojo la compra, esbozo una ligera media sonrisa educada,
me vuelvo y le digo: “permiso “ mientras me sonríe coquetamente, y salgo corriendo desando salir de allí.
Como no puede ser de otra manera, siempre pasa algo, cuanto antes quiero
salir de un sitio, antes algo me pasa, de repente veo que cuando estoy saliendo de la cola del gentío,
se produce un pequeño alboroto, y varias personas me llaman, ‘oye chica,
chica”, me giro y me encuentro un palmo de este tipo que sonriente medio
disculpándose por haberme quizá ofendido, me coge con ambas manos y deposita
con cuidado un billete en mi mano, me dice: ‘eh chica de ojos grandes, se te
olvidaba el cambio”, y me guiña un ojo, cargado de historias reconocidas. Noto
como me fulminan decenas de gallinas, y esta vez intento no correr, no fuera me
dejar algo mas, pero con una ligera sensación de mareo. Que acababa de pasar? veo
que mientras le atienden no me deja de seguir con la vista, observando hacia
donde voy, creo que me falta la mitad de la compra pero me da igual, sigo
caminando hacia adelante y estoy deseando tomarme un café y unas flores que me
desemboten los sentidos y me quite esa extraña sensación de huida. Esta claro, que hay cosas mas importantes en la vida que atraer viejos fantasmas, de viejas manos conocida y finales esperados, conocidos y reconocidos, una intuición que descubres en 7 sg. el resultado final.
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