NORIAS DE CRISTAL
o
HISTORIAS INVISIBLES
GIRANDO EN LA RUEDA DEL MIEDO:
La imposibilidad de parapetarse frente al dolor
Cuento que también podría denominarse:
Las rutas del horror, o cómo
se repiten una y mil veces las mismas cadenas de la tortura.
De mi historia terrible y de otras,
muchas mas, también invisibles,
explicación de cómo acaeció que vino a mi memoria 10 años de encierro.
Dedicado a los que fueron víctimas de algún tipo de abusos:
A los presos políticos, a los argentinos, chilenos y sus “desaparecidos” (especialmente viene a mi recuerdo las madres de mayo), los nietos de la Guerra Civil española, las mujeres maltratadas y violadas y o asesinadas por violencia, la niña del monstruo de Amstetten, l@s niñ@s esclavos, militares y/o prostituidos, la os cientos de familias sin cabezas paternas, en este país y en el mundo, por culpa del alcohol, las drogas, la ludopatía, la violencia el machismo.
Una vez
cabeceando, casi dormida,
espectros reflejados en la pared;
dudando sin saber
si soñaba sueños
o estaba despierta todavía
encerrada
entonces abrí los ojos:
Oscuridad, y nada más
Sólo un leve recuerdo
Toc
Toc
Toc
Los golpes
de la cabeza de mi madre
Contra la pared
Quitándose el sueño
del recuerdo del día
Ojos líquidos de cristal, pelo negro
Historias escritas con tinta invisible
De manos menudas
Recordadas con canas prematuras.
“Cuando han tenido
un pasado muy duro,
hay personas que
creen que no
merecen amor
Esas personas
se dirigen
a espacios abiertos
Y vacíos
Para ver las heridas del pasado”
“Hacia rutas salvajes”, Sean Penn
... para verlas con suficiente perspectiva, añadiría yo.
"LA VERDADERA FELICIDAD DEBE SER COMPARTIDA"
La verdadera felicidad debe ser contada,
cierto es
pero
no sólo la verdadera verdad feliz,
sino la verdad a secas
nuestra verdad
licuada
en el cedazo de nuestras vidas
cientos de explicaciones subjetivas
de espejos caleidoscópicos
que reflejan nuestros micromundos,
millones de cristales fílmicos
que componen un espejo del universo
que se parece
un poco
a la explicación de un momento de la eternidad
espacios interiores
de los protones y neutrones
vacíos de células
que componen nuestros cuerpos compactos
condición solitaria de hombres y mujeres, la lucha por verse mutuamente,
reconocerse
lenguaje físico
no de la expresión de un pensamiento, sino la de los estados del cuerpo
El cuento de terror:
Un niño absorbe todo lo que ve
Toda la atmósfera que le rodea
Juicio invisible
Testigos
De las cenizas de otras vidas
Con las que construyen nuevas carreteras
“Ella lee clandestinamente
escucha música clandestinamente...
todo lo hace con linterna
bajo las sábanas.
El miedo.
La sombra.
No debe dejar de pensar
Tratarse como paciente y como médico al mismo tiempo,
No debe saber lo que hace el uno y el otro
Pero deber curarse. Rápido.
Porque sueño, no lo estoy.
No caeré.
Mantente, viva y cuerda, me dijeron en mis sueños,
Los que me quisieron algún día,
de cuando estaba aún vivos y yo era feliz”
Monstruos de sombras transparentes
Embellecer la crueldad para hacerla en el recuerdo mas digerible.
Aceptable, explicable a los ojos extraños.
Supervivientes de mundos invisibles
No puedes levantar un telón
Nadie sabe ni que existe tras esa malla transparente de gasa azul realidad
No es visible a ojos “normales”
Difícil de traducir, todo el mundo ve lo que se empeñan en que parezca “normalidad”
No lo es, mi niña, escucho el susurro cálido de nuevo.
Malignas verdades contra la hipocresía social
Esclavitudes transparentes
Mujeres como material de desecho
Excusa perfecta para descargar el odio interno, y las frustraciones disfrazada de misoginia por los cobardes.
Ver lo que no quieren que veas
Paternalismos de familias descabezadas por circunstancias externas
Modelos obsoletos e inexistentes, de otras guerras, otros Matthaussen, u otras excusas socio-religiosas.
Las cosas pasaron de verdad, mi niña.
Lo único que debías exponer era el volumen de las voces de tu conciencia.
Sacar de la penumbra los demonios, ponerles nombre, hogar húmedo y frío, donde se cuecen las miserias.
De repente, surgen los cuentos de esos niños, se reencuentran.
Epidemia. Voracidad. Búsqueda de monstruos. ¡Existen!, están en el listado público, con nombre propio, La verdad. La época. La esclavitud silenciosa.
Mostrar una realidad que ha sido vedad y silenciada.
Esas bestias.
Y mientras ellos. Verdugos y sus administradores oscuros.
Burócratas de abusos. Amparados en el anonimato de la “cadena de mando” social.
Tramitadores y contables de libertades ajenas. Ambivalentes que se eximen de responsabilizarse con lo que hacen.
Son “víctimas” de una época, manos verdugas de una fábrica de horrores ocultos.
Y saldrán mas.
Sobreexposición de poder.
La masculinización del odio territorial entre machos de mandos piramidales criminales, el asesinato y silenciación de los hombres valientes, el dominio de la feminización, conservadoras de vida y de recuerdos. De lenguas maternas.
Con el tiempo nadie sabía lo que pasaba.
Pasaron los años, las tormentas escamparon, se fue la niebla..
Empezó la duda, la veracidad.
No se podía contar con muchas fuentes.
No se oía nuestra voz. Se desconocía nuestra historia.
Ni siquiera rumores.
La tendencia a ignorar el pasado que avergüenza, por ser demasiado reciente y doloso.
Dar la espalda, avergonzarse, sentirse culpables, olvidar las verdades de hechos reales.
Un eco lejano empezó a preguntar que pasó.
Si fui yo, no me avergüenzo.
¿Quizá pensé en alto? ¿Mi alma salió por la garganta de tanto mugirla en silencio?
Pregunté: es que en las pésimas situaciones... ¿sólo sobreviven los mas crueles?
No siempre me respondí, después de una pausa.
El azar.
A veces hay puertas abiertas sin pestillos, silencios vetados que guardan un “pá luego”, ventanas por donde entra el aire fresco en la habitación pestilente de nauseabunda mentiras y miedos corrompidos.
La actitud del magma social debe cambiar.
Las Historias de cosas que ocurrieron en realidad.
HISTORIAS INVISIBLES.
Sobrevivir para contar.
Les veo. Me miran.
Las imágenes en sepia, necesitan voz, me dicen, me reclaman por señas el volumen.
Justicia.
La esencia maligna del ser humano, temiendo de sí misma, evito mirarme a los ojos en el espejo, rehúyo durante años a mis sombras.
Podredumbre de miles de millones de sentimientos, en estados puros: el amor, la nobleza, la valentía, la verdad, la honestidad, la protección... caídos en la oscuridad y humedad de circunstancias infavorables por unos desalmados. Recuerdos que se convierten en fotogramas sueltos para no recordar, en pesadillas que con el tiempo conseguimos enterrar.
De repente un día.
Desmayo. Overbooking de sueños recordando emociones intensas.
Quizá u olor a piano viejo, una imagen, hasta un sabor o el tacto de algo familiar.
Recuerdas esos ojos, ese sadismo de depredador azuzado, la víctima inocente mas fuerte que se identifica de modo perverso con el verdugo para intentar autodestruirse y matar esa proyección en sombra de si mismo que deja el elemento malignizador.
Pero tienes que mantenerte vivo, eres el escriba, el que escucha las historias, hace las fotos en el recuerdo para no olvidar en el futuro, la prueba viviente del delito.
La contadora de historias.
Lo difícil es recordar lo que se ve, porque la atmósfera, lo que no se ve es en el fondo lo que cuenta, lo que explica la historia desde dentro.
La visión pura en medio de la putrefacción, la inocencia de la conciencia. Para recordar una verdad al menos un poco limpia de escombros.
Supervivientes.
Los que omitieron, los que colaboraron, los que hicieron impune el recuerdo, los que te acusan de mentir., sienten el miedo de ser apuntados por el espejo de la verdad, de salir a la luz, lo que en la penumbra es tan fácil de sacar provecho, de cometer, el miedo, el odio de guerras invisibles sin fronteras.
Estigma: decir NO a los, los que no denunciaron, esos con nombres y apellidos, familiares, vecinos, colaboradores directos, esa sociedad corrupta colaboradora y PASIVA.
Unos consienten mirando a otro lado, otros diluyen las responsabilidades, otros se exculpan con argumentos pobres y absurdos. Y todos son cómplices.
Experimentan con tu alma en la impunidad de esos momentos fugaces, del robo de la situación absurda.
Y yo, viniendo de mi propio futuro tomo nota con tinta invisible, y años mas tarde. Recuerdo los sitios, abro las puertas del trastero de tus pensamientos, donde guardas retazos melancólicos de recuerdos que ya no sabes si por su sustancia volátil, existieron en la realidad..
Yo aprendí a guardarme pedacitos, hebras de realidad, y a ocultármelo a mi misma para no delatarme tras horas de pie, tras las torturas donde intentan vencer tu alma libre.
Recuerdo detalles, olores, comportamientos y sobretodo contraluces forzosos y claroscuros interminables. La luz en la cara y horas y horas, días y días.
Ella cayó, la otra nunca se enteró de nada, cómplice involuntaria de la secta, elemento de espionaje de mis acciones subversivas de socorro, memoria de pez.
Me mantuve. Mis dientes chirriaban al son de una canción imaginaria como maniobra de distracción para no escuchar el manara, me descubrieron, pero siempre inventé nuevas maneras, el silbato que usaba para llamarme y los castigos, se fueron quedando obsoletos, me había echo callo. Mi férrea voluntad era inquebrantable. Por un lado recordaba felicidad y luz, por el otro hambre, frío, miedo y oscuridad, jamás me lograría convencer.
Quizá heredara de mis genes anteriores, detalles de comportamientos, miradas, gestos, actitudes, posiciones frente a la vida... eso ahora lo sé.
El tiempo.
Ésa era mi fuerza. El tiempo jugaba a mi favor.
Antes o después, me tendrían que soltar.
Y mucho tiempo mas tarde, era consciente de que sabría lo que había pasado y porqué.
Era sólo
Cuestión de tiempo.
Años después, las pesadillas casi dejan de sentirse.
Las imágenes, a la larga tendrán sentido.
Son capítulos sueltos de un puzzle, que terminan por encajar de alguna manera.
Nadie lo sabe, y los que lo saben por algún motivo (vergüenza, miedo a la justicia, culpa, no querer desenterrar el pasado...) con el tiempo se van auto inventando su propia historia, para que su propia consciencia les deje vivir tranquilos con justificaciones que anulen el peso de la culpa).
Es fácil culpar al débil, especialmente si son “inferiores”: vencidos, de razas consideradas inferiores, y por encima de todo, mujeres, curioso.
Con el tiempo, he descubierto una teoría que llamo: “de la Inquisión ”:
Siempre se protege al verdugo, por el impulso del miedo a ser víctima, es la teoría de mi calle “mejor este que yo”, supervivencia barata, es mas fácil ser parte del verdugo y mirar a otra parte, o colaborar para sacar beneficio directo.
Pero a la larga, las lindes se desdibujan y el saber oral, las virtudes se mutan y tornan por convertirse en un inconveniente: ya no es correcto decir la verdad, las mentiras ocupan los huecos a los espacios vacíos, se inventan explicaciones que con el tiempo terminan por ser ciertas de tanto usarlas, se corre un tupido velo y con el tiempo y la falta de uso, como las conexiones sinápticas, nadie sabe nada y termina por desaparecer del entorno inmediato, del lejano, quedándose en el recuerdo.
Si no hay supervivientes directos de esos abusos, se termina perdiendo las virtudes que hicieron especial a ese tipo de gente, se pierden pueblos, culturas, idiomas, costumbres y hasta virtudes humanas (éstas últimas suelen reproducirse espontáneamente después de mucho tiempo en tiempos de mas tranquilidad, pero solo en parte) pero la generación implicada de alguna manera pierde colectivamente la memoria por algún motivo silenciado, lo mismo que colectivamente se entiende las histeria de masas, o las estampidas, pero en lugar de situaciones de acción, de omisión. Se cubre un tupido velo estilo cenicienta y a través de los años, si queda algún recuerdo FÍSICO (foto, esqueleto, ciudad absorbida por la selva, etc.)
Cuanto mas duro y certero es el terror producido, mas tarda en aparecer la verdad y la sensación de desperezamiento y de justicia.
A menos información, mayor especulación, surgen las leyendas , las falsas creencias, y se hace un halo bastante alejado, real o falso, de lo que realmente aconteció.
Como cada uno sólo tienen un pequeño fragmento de su espejo, y normalmente siente que es el único, y normalmente no suele compartirlo por dolor o vergüenza, pocas veces se temiendo sabiendo una parte de su dimensión real, que no puede explicarse sólo con datos, sino con el movimiento interactivo humano invisible de la historia que REALMENTE está ocurriendo, no sólo de lo que realmente parece que está sucediendo:
La intrahistoria, el tejido con el que está echa la verdad.
Sospecho que con el tiempo muchas víctimas terminan exorcizando involuntariamente sus demonios, haciendo lo mismo que le hicieron a ellos, una superrecreación de la absorción producida por la esencia del verdugo aspirada por la víctima, que termina por convertirse en un verdugo, distinto e inferior, pero parecido al fin y al cabo.
Surgen los cuentos, las epopeyas, la especulación, se mezclan el miedo con lo prohibido, y a través de la pulsación sexual, como uno de los instintos mas primitivos, se desarrollan las fantasías, que en el fondo destilan parte de esa realidad traducida con otras palabras, que se toleran de otra manera, al ser el mundo sexual, tradicionalmente mas oculto y que suele vivir en la intimidad de la sombra.
Espacio que comparte con la pesadilla del infierno que le suena familiar y cercano la víctima. Que de alguna manera se acerca a su fantasma para reconfortarse y no olvidarlo de alguna manera.
¿Cómo sobreviví sin demasiado plomo contaminando mis pensamientos?
Escondiendo la inocencia, la verdad, con cariño, con firmeza, frente a la brutalidad de convertirse en bestias del infierno de los cobardes en sus días de gloria, que sospecho son cíclicos e históricamente universales, lo denomino: “El paseo de las fieras”, que aunque cada vez es menos brutal, suele ocurrir mas frecuentemente que antes.
Consciencia para buscar la verdad:
Preguntas que no se formulan jamás.
Con la candidez de los niños ante sus lógicas aplastantes.
Breves historias de infancias históricas, niños dulces, de preguntas inconvenientes e inquietas.
La voluntad de la luz sobre la oscuridad de la impunidad.
Por eso en la penumbra me siento cómoda para recordar de repente.
Penetrar sobre la conciencia para taladrar y sacar del emparedamiento esas miles de historias invisibles, como las mías.
Millones de ellas, que deben ser contadas y compartidas, para que como un tapiz, nos haga ver una parte completa del espejo de la realidad de las circunstancias cuando ocurrieron los hechos.
Siempre me decían voces acusadoras: “no se puede cambiar el pasado”
Y siempre fui consciente de que no tenía intención de hacerlo, pero si podíamos comprender cómo nos afecta, como fue en verdad, y el proceso de lo que nos hace sentir en el presente para terminar definitivamente el proceso de sanación, que como psicóloga/paciente de la guerra de esa prisión, sabría que necesitaba para estar sana.
¿PORQUÉ Sanarme?¿porqué no vengar a secas? Es justo!!!
Vale, no hay palabras de horror, que puedan describir ni acercarse siquiera de manera coherente o cercana a esa flamante e incomprensible injusticia.
Es comprensible y hasta justificable la sangrienta venganza, el odio, la ira son humanas.
¿Cómo explicar la abominación?
Considero que lo justo, sería que fuera en términos sencillos, elementales, modestos.
Creo que cualquier adjetivo que pretendiera ilustrar la crueldad gratuita, siempre se quedará corto, incluso considero que esa crueldad no necesita de grandes atentados a la Humanidad, su semilla se puede ver germinada, si no de manera cuantitativa, si de manera cualitativa, que de manera ultra local, explican los elementos comunes de la universalidad de sus acciones, como los virus, y sus propias mutaciones de comportamiento, que se producen en circunstancias óptimas para su desarrollo.
No por ser éstas mas comunes, dejan de ser, para mi inmensas.
Por eso cuesta tanto ser honesta. Volver atrás del olvido, rescatar la ruta dolosa, ponerle voz a las imágenes y personajes que claman justicia dentro de esa película que se quedó estancada en un pasado, reciente o lejano , las pistas se van perdiendo cuanto mas espacio dejas entremedio, se enfría la acción, y el calor de la batalla parece ya de otra época.
Ese ejercicio de auto motivarse para meterse en estos berenjenales, que no son plato de gusto para nadie, el trastero donde guardamos nuestros demonios, ficticios o reales, es difícil. Hay que dejar nuestra falsa y reestructurada vida autocomplaciente, recompuesta por pedazos falsos o reconstruidos, hasta que puedan parecer a lo lejos de una estructura parecida a la de una vida “normal” ( y esto por cierto me da mucha risa, esas normalidades artificiales), encajables para darnos alguna lógica, aunque sea irreal, que nos proporcione cierta seguridad de que algo parecido no nos volverá a ocurrir.
El camino para volver a esa ciudad o casa de os horrores, y su preparación para no perecer en ella o reinventarla para no ver la cara de lo que puede ser que ya no reconozcamos, es un ejercicio de valentía y justicia, que en parte explica porqué salimos de allí, esa valentía de alejarnos de la falsa comodidad, que nos hacían parecer las circunstancias mas favorables, por la línea de menor resistencia, de buscar ese pedazo de VERDAD que nos corresponde y al que tenemos el derecho de reconocer como nuestra y única (por lo menos nuestro pedacito de espejo) hace que volver al vapor de nuestros miedos, sea difícil pero indispensable para esclarecer y buscar responsables, y porqué no, justicia personal.
Después de negarlo, tanto víctimas como verdugos ( y todas las escalas de grises que se diluyen en medio), pasado un tiempo caen en el linde del olvido, esa frontera que podemos decidir si cruzar o no.
Pasarla y no mirar atrás o recordar esos ojos que te miran y te piden que les subas el volumen, que los devuelvas a la vida, al reconocimiento de su existencia, a morir en paz, a sentirse dignos de la existencia de haber nacido.
Consecuencia:
Poner NOMBRES, añadir LUZ, eliminar los claroscuros donde se esconden las serpientes que al final nunca son tan venenosas cuando el conocimiento ilumina tu ignorancia, y parte de ese veneno te cura, lo mismo que te hubiera podido matar.
Supongo que a conciencia de la realidad cotidiana, y con mucho tiempo, cualquier persona normal, con el tiempo alucinaría como si fuera un sueño:
¿en realidad estuve allí? De verdad hice todo lo que hice, y cuando hay testigos uno termina de darse cuenta de que es cierto.
Cualquier Anna Frank o Hija de monstruo de Amstteten (unas pudieron salir, otras muchas no).
Lástima perdiera mis diarios.
Era auténticos tratados contra la locura y el horror, vista desde la perspectiva analítica de un aniño que se convertía en un adolescente y posterior ser humano con consciencia de adulto.
Llegaría un momento en el que se preguntarían si alguna vez fue real o sólo un producto de su imaginación.
No hay que resignarse al olvido.
Nunca.
Cuando por fin las pesadillas desvanecen su humo
Apareces.
Sensación nítida de justicia. Alegría de la supervivencia, tantas veces soterrada por el sentimiento de no ser merecida, tiempo consumido.
De descuento.
¿Tener ganas de disfrutarla tan alto precio?
Siempre aparecerán
Carnales
Como morados después de una paliza
En ocasiones
Súbitamente
Muchos años después
Cuando el alma se siente fuerte
Para volver a mirar atrás
Y enfrentarse al propio miedo
del miedo.
La mejor venganza es el propio recuerdo,
cuando ponemos nombre a una imagen,
le añadimos la historia de ese ente invisible
que por fin muere en paz
y deja de aullarme en la noche
pues yo solo era la escriba
y mi misión de sobrevivir
era recobrarlo.
ensayo sobre la supervivencia... o cómo encontrar la pauta adecuada, la perspectiva suficiente para restituir lo perdido...
ResponderEliminarun beso
Sólo se restituye la paz
ResponderEliminarcuando debajo de las hojas secas
recuerdas la voz cálida
del ser querido
sobre tu alma
besos a ti