9 ago 2021

Siesta

LA SIESTA
La expresión se remonta a la hora sexta de los romanos, la más cálida del día, la de la verticalidad solar. Porque en Roma se dividía la jornada diurna en doce horas entre el amanecer y el crepúsculo, y la sexta marcaba justo la mitad. Allí tuvo su origen el verbo "sextear" o "guardar la sexta", que después se transformó en "sestear" o "guardar la siesta".
El calor adormece, invita a tumbarse, inspira ensoñaciones. Algunos poetas exploraron los placeres de esta pereza fogosa. Catulo y Ovidio recomendaban refugiarse en la penumbra cuando la luz es cegadora fuera. Creían que la iluminación más bella para el amor es una sugerente medialuz, entretejida de oscuridad y de esos rayos que se filtran por las rendijas de las persianas, nítidos, con polvo dorado bailando en su interior.





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