1 dic 2010

El espejo de Luzbel


Luzbel se hallaba de muy buen humor, porque había construido un espejo que tenía la maravillosa propiedad de que lo bueno y bello que en él se reflejaban desaparecían casi del todo; en cambio, lo malo y lo feo de cada cual se destacaban allí adquiriendo dimensiones enormes.
-"¡Oh, que divertido!"-, se dijo la diabla al contemplar su obra.
Los diablillos que acudían a su escuela, pues era maestra de DIABLURAS, fueron contando por todas partes que, al fin, se había realizado un progreso extraordinario, pues a partir de aquél momento se podría SABER de verdad lo que era el Mundo y sus Seres Humanos.

Recorrieron el mundo con el famoso espejo, enseñándolo como curiosidad insólita aquí y allá, y pronto no hubo ni persona ni país que no se hubieran visto caricaturizados en él.
Los diablillos en su osadía, se pusieron a volar hacia los cielos para reírse de los angelotes, pero tan contentos estaban y tan nerviosos de ser los primeros en conocer el lado oculto de lo "divino", que peleándose entre ellos para ver quién era el primer afortunado grupo de luciferines, que presentaba tamaño invento, que resbaló en la lucha y el espejo dio tal sacudida que se les escapó de las manos y cayó a la Tierra, donde se rompió en millones y millones de añicos.
Entonces causó muchos mas trastornos que antes.
Como los añicos no eran mayores que granos de arena, el viento del Norte los esparció por el mundo y a muchas personas se les metió en los ojos, como Siroco sahariano.
Una vez en ellos no se los podían quitar y todo lo veían feo, malo o al revés que de costumbre, pues CADA UNO de aquéllos granitos tenía la misma propiedad que el espejo entero.
Y fuese peor la cosa, porque algunos de tales añicos penetraron en el corazón de ciertas personas, y a éstas el corazón se les volvió tan frío e insensible como un trozo de hielo.

Aparte de aquellos innumerables añicos, quedaron de aquel gigante espejo maléfico algunos pedazos mayores, como vidrios de ventanas (cristales de yeso exfoliados, laminados, espejuelos como los que utilizaban los romanos para sus ventanas en épocas de fiesta o invernaderos, como los recogidos en Segóbriga, Madrid), a través de los cuales era muy desagradable ver acercarse a casa a familiares o amigos.
Otros sirvieron de cristales para gafas: los malvados se las ponían ante los ojos para ver claro y con la más "EXACTA JUSTICIA" (la justicia literal es la mas injusta de las cosas, como las tallas únicas, que sientan bien a una única persona). Las fealdades que de este modo descubrían, llenaban de siniestro regocijo a sus perversas almas.

Aún hoy, el viento sigue diseminando por los aires añicos de aquél gigantesco espejo.
Así que tened cuidado con lo que se os meta por los ojos.
Si de repente sienten una sacudida y dejan de sentir, piensen en qué momento ese grano invisible se dedicó a purgar su almas de humanos sentimientos.

Un saludo, amig@s.